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El hombre tiene libertad ante la cadena de causa y efecto, y aquí adquiere conocimiento sobre «lo malo» y «lo bueno», «lo animal» y «lo humano» en el hombre  2519. La situación de destino de los seres es exclusivamente un asunto de causa y efecto. El hombre tiene libre albedrío para operar con esta cadena de causa y efecto. Puede crear causas cuyos efectos se convierten en una desdicha total para él, incluso en varias vidas. Y con su manera de ser, puede crear causas que regresan con efectos que se convierten en alegría y bendición para él, así mismo a través de varias vidas. El ser tiene libertad absoluta para, así, poder hacer lo que quiera. Puede hacer el bien y puede hacer el mal. Ambas manifestaciones están a disposición del hombre inacabado. Aquí puede escoger lo que quiera. Si no fuera así, el ser jamás podría aprender lo que verdaderamente es malo y lo que verdaderamente es bueno. ¿Cómo podrían los químicos llegar a conocer las sustancias, si no pudieran experimentar con ellas? ¿Cómo podría el ser vivo convertirse alguna vez en experto en poder hacer el bien, llegar a ser el hombre a imagen de Dios, si no pasase por una época de vida en la que, precisamente, tuviera libre acceso a las dos clases de manifestación nombradas y, así, pudiera adquirir verdadero conocimiento del bien como constituyendo la manera de ser primaria o principal y del mal como la secundaria, del bien como la culminación del conocimiento, la luz, el amor, el bienestar o la bienaventuranza de la vida en sí, y del mal como el estado fetal de la vida en sí representando lo inacabado, errores, guerra o la culminación del dominio de los sufrimientos de infierno. El hombre terreno se encuentra entre estas dos maneras de ser. La manera oscura de ser, que aparece como «lo animal» en el hombre está, precisamente ahora, en su culminación, mientras «lo humano» está en su primer incipiente comienzo. Que sea así no se puede en absoluto cambiar ni transformar con castigo o violencia, con dictadura ni libertad, con religión o sacramentos, con educación o enseñanza escolar, con habla ni silencio. Aunque de entre estos fenómenos los humanos son muy importantes y absolutamente necesarios, carecen totalmente de importancia por lo que respecta a la transformación en sí de la mentalidad de animal a hombre. El nacimiento del amor en el ser es absolutamente lo único que lo aleja de todos los eventuales actos que socavan la vida, y de las clases de pensamientos mortíferos hacia los demás seres o el prójimo.


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