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Animales y hombres en relación con la zona de «los matrimonios felices»  2513. Cuando, así, observamos el estado de apareamiento o matrimonial humano terreno, este estado apenas puede compararse con el de los animales con respecto a la estabilidad. Los animales viven exclusivamente para su acto de apareamiento y la protección de su descendencia. Tienen, de esta manera, el matrimonio perfecto y feliz. Aquí el estado de apareamiento se encuentra en su forma absolutamente pura. Esta es la zona de «los matrimonios felices» ¿Por qué no sucede lo mismo con los hombres? Es cierto que poetas y escritores han competido durante milenios para glorificar este estado de apareamiento en cantos de alabanza, obras de teatro y, ahora últimamente, en películas. Y si sólo se conociera el estado matrimonial humano terreno a través de estos fenómenos, a través de la gloria, felicidad y bienaventuranza a las que se hace idéntico, se creería que verdaderamente se estaba en el paraíso y no en la fría esfera del día de juicio final o «los matrimonios desdichados» ¿Por qué se extravían los hombres así y son tanto infieles y falsos como inestables en su vida matrimonial o estado de apareamiento, en situaciones donde los animales son inmensamente fieles? Los animales cumplen, en realidad, la moral que los hombres han establecido como modelo o norma para su propia manera de ser. Los animales son fieles y estables en su vida de apareamiento, mientras los hombres muestran directamente, en gran medida, una total falta de voluntad para tomar las consecuencias de sus satisfacciones sexuales o carnales. En muchos casos, se burlan de las graves consecuencias a que un apetito tan desconsiderado puede dar lugar. Abandonan sin ninguna consideración a su propia descendencia a un destino incierto en la orfandad, y abandonan con total indiferencia a su pareja sexual, dejando aparte la propia provocación de la satisfacción sexual que, de este modo, desean practicar o tener irresponsablemente. ¿Quién es el que cumple el gran mandamiento de Dios: «Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán dos en una sola carne»? ¿No son, precisamente, los animales con disposición monógama los que, justamente, cumplen esta ley matrimonial en mucho mayor grado que el hombre? A pesar de que los hombres, por medio de las religiones y la redención del mundo, han creado esta ley como la más alta norma moral matrimonial para su propia manera de ser, y en la cual, naturalmente, también se ordena a la mujer que siga a su esposo y se le someta, el talento para cumplir esta ley fundamental del matrimonio es, sin duda, algo de lo más degenerado entre los hombres.


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