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La antipatía innata del animal y del hombre primitivo hacia todo lo anormal o aparentemente anormal  2508. En los animales y hombres muy primitivos hay una antipatía innata hacia lo anormal. En los animales, esta antipatía lleva directamente al asesinato de los seres anormales de su raza o especie. Por parte de la naturaleza, esta tendencia al asesinato es más bien una protección, dado que el ser anormal tiene muchas dificultades para valerse por sí mismo. Si, por ejemplo, un ave migratoria se ha lesionado un ala y no puede volar y, así, no puede seguir a la bandada a las regiones donde puede salvar la vida, languidecería amargamente hasta morir permaneciendo en las heladas y el frío del invierno. Por lo tanto, es como más humano que, en vez de ello, el animal sufra una matanza rápida por parte de sus semejantes. Los animales no pueden, claro está, ayudar a sus semejantes desdichados de otra manera. En los hombres primitivos y muy unipolares, esta antipatía animal innata hacia los seres de su misma raza sigue encontrándose muy fuerte en la sangre, sobre todo cuando se trata de seres en los que la nueva incipiente simpatía empieza a dejarse sentir. Esta antipatía animal primitiva vive muy profundamente en el alma. Y el hombre tiene que haber avanzado mucho en evolución humana para no sentir esta antipatía hacia los semejantes, en los que esta nueva simpatía o este incipiente verdadero amor orgánico al prójimo se manifiesta. Como ya se ha dicho, los seres primitivos citados sólo pueden, en su insensatez, percibir a los seres de la nueva simpatía como anormales o, en el peor de los casos, como desviados. Y es desde estos hombres inhumanos e ignorantes que se desencadena la peor crítica o persecución hacia los seres bipolares incipientes. Pero, debido a su total ignorancia en la cuestión de «la bipolaridad», su eventual crítica o persecución sólo puede, así, estar exclusivamente basada en su ignorancia y error y, por consiguiente, no tiene ningún arraigo en hechos absolutamente reales e irrefutables. Frente a esta oposición, será bueno que los incipientes seres bipolares sepan por qué los hombres desencadenan esta persecución u oposición. Es, así, fácil ver que donde tiene lugar, es desencadenada, al igual que todo el otro «mal» en el mundo, por una ignorancia total. Y quien la origina no tiene, de esta manera, ninguna autoridad en absoluto en el campo en cuestión y se llevará la peor parte cuando él o ella empiece, precisamente, a experimentar la transformación de sus disposiciones para la simpatía. La creación del hombre por la naturaleza o Dios a su imagen seguirá, así, inevitablemente su curso, totalmente independiente del mucho escándalo, persecución u oposición que desencadenen hombres ignorantes y faltos de amor. El incipiente amor al prójimo, absolutamente orgánico, tan débil hoy, que existe en ciertas personas conquistará inevitablemente toda la humanidad. Y entonces el reino de Cristo (el reino humano perfecto) «será de este mundo».


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