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Cuando la ciencia material y la mayor parte de los hombres terrenos no comprenden la transformación de los polos  2507. Pero, cuando se impondrá el hambre de un verdadero conocimiento sobre la vida y la muerte, que no deja a los seres languidecer espiritualmente en resultados numéricos que no dan a su origen ningún consuelo, ayuda, ni apoyo en las crisis anímicas, en la depresión, el hastío de vivir y el temor a la muerte en los seres que hoy tienen una actitud materialista, sólo es un asunto de tiempo. La vida que se lleva sin Dios o sólo a base de simples resultados numéricos conducirá, sin duda, a todos los hombres a buscar claridad en campos donde se encuentra la causa de sus desagradables experiencias de destino. No se puede crear en absoluto ninguna cultura mundial carente de guerra, de militarización mortífera y equipamiento homicida de armas para ninguna nación o estado, ni se puede crear ninguna situación de destino libre de dolor y discordia para ningún hombre, exclusivamente a base de resultados numéricos o conocimiento puramente materialista. Cuando nombramos esto, es porque los análisis que vamos a manifestar aquí revelan fenómenos mentales de un ámbito de la conciencia del que la mayor parte de los hombres terrenos todavía carece totalmente de conocimiento. Este ámbito es su estado polar cósmico. Que estos hombres serán, por lo tanto, incomprensivos ante estos fenómenos que, de muchas maneras, ya han hecho estallar la concepción moral heredada de milenios, que sólo contiene instrucciones y mandatos para «el hombre» y «la mujer», pero carece totalmente de instrucciones morales o mandatos para seres que ya no son «hombre» o para seres que ya no son «mujer» en forma pura, es natural. Que seres que viven en un organismo humano puedan ser algo distinto a «hombre» o «mujer» en forma pura es, precisamente, incomprensible para el hombre y la mujer en forma pura. Que la disposición para la simpatía de estos seres, más o menos transformados sexualmente, diverja, en mayor o menor grado, de la presunta disposición para la simpatía o vida afectiva del hombre o la mujer «normales», es natural. Que esta nueva vida afectiva o esta nueva facultad de simpatía que fomenta la simpatía o el amor de los seres, independientemente del instinto de apareamiento animal, cuyo objeto es exclusivamente el sexo opuesto, también es, naturalmente, incomprensible para el ser que todavía se manifiesta en forma pura como «masculino» y «femenino». ¿Cómo iban estos seres a poder comprender un nuevo estado mental así que ellos todavía no han sentido jamás en su interior en su actual ciclo cósmico de espiral? Como la mayor parte de los hombres terrenos son, de esta manera, más o menos incomprensivos con respecto a este nuevo estado, dicho estado sólo puede ser percibido como una anormalidad, es más, en el peor de los casos como una perversidad o inmoralidad.


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