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Las religiones mundiales existentes sólo le han dado fundamentalmente a la humanidad una ley moral para seres unipolares  2486. Todo el fundamento moral del mundo civilizado, tanto del cristianismo como de las otras religiones humanas, sólo ha estimulado exclusivamente a los hombres a la manera de ser unipolar, es decir, a una manera de ser donde todo trata del matrimonio, la familia y la descendencia. No se comprendió en absoluto que podía verdaderamente existir una forma totalmente distinta de manera moral de ser, una manera de ser que no se basase en la familia, el matrimonio, el enamoramiento o el principio de reproducción mamífero animal. Y es evidente que en seres tan acentuadamente unipolares sólo pueden nacer clases de pensamientos, deseos y anhelos que sólo fomentan exclusivamente la simpatía hacia el sexo contrario, mientras la simpatía hacia su propio sexo fomenta la rivalidad, la envidia y los celos. Como este estado sexual unipolar y la estructura del acto de apareamiento y la forma de satisfacción sexual están destinados a la reproducción de los seres o a crear la posibilidad de la formación de nuevos cuerpos físicos, en cuyos cuerpos puedan encarnarse seres desencarnados, es evidente que este estado unipolar de los hombres terrenos se convirtió en el fundamento más importante de su vida, exactamente igual que en los animales. Este estado de los polos creó relaciones de familia que, en su principio básico, fomentaban la protección de la descendencia a través del ser de sexo masculino y sexo femenino que son sus padres. Y de la misma manera que este principio, este estado de experimentación de la vida es el fundamental en el reino animal, así también siguió siendo el fundamental en la humanidad a lo largo de sus primeros, incipientes estados primitivos. Reveló, así, que, en su proceso de reproducción o de apareamiento y en su mentalidad, los hombres todavía tenían que designarse como formando parte del reino animal. También los vemos cazar y matar a otros seres vivos para usar sus organismos como alimento. Es más, incluso a veces no han retrocedido ante el hecho de matar y comer los organismos de otros hombres.


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