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El amanecer y la salida de sol del humanitarismo o amor al prójimo  2469. Esta manera de ser que el ser manifiesta hacia su entorno produce unos efectos que regresan a él, crea una nueva realidad en la experimentación de la vida del ser, a saber, conocimiento. El ser llega, así, a conocer los fenómenos de la manera de ser que crean «lo malo» y los que crean «lo bueno». A medida que va sumando en su psique las experiencias de los efectos del mal y del bien en su experimentación de la vida, adquiere el talento o la disposición de poder manifestar cada vez más una manera de ser cuyos efectos dan lugar a un destino luminoso o feliz. Es este principio el que en su primera forma hace que el ser se convierta en inteligente y, en el mejor de los casos, lo transforma en un ser «altamente intelectual». Pero, para convertirse en un ser altamente intelectual no es suficiente con que el ser se convierta en inteligente y teóricamente sepa cómo, en realidad, tiene que actuar para poder tener un destino feliz. Para esto todavía se requiere una facultad, a saber, «humanitarismo» o «amor al prójimo». Esta facultad consiste en poder percibir en la propia psique las preocupaciones y sufrimientos de otros seres. Cuanto más consciente se vuelve uno del destino desdichado de otros y puede sentirlo en su interior, más compasión sentirá, claro está, por estos seres. Esto significa, a su vez, que, de esta manera, se ha comenzado aquí a preferir dar que tomar. Se siente alegría ayudando a quienes sufren así y llevándolos hacia estados luminosos y más felices, dejando aparte que también se siente, naturalmente, necesidad de ayudar a los animales en situaciones difíciles y que se siente alegría haciéndolo. Pero, ¿cómo podríamos adquirir la facultad de sentir los sufrimientos de nuestro prójimo en la mente y el corazón si nunca hubiéramos tenido los mismos sufrimientos o un destino similar? El dolor y los sufrimientos corporales externos, por los que nosotros mismos hemos pasado, nos ponen, así, en condiciones de percibir cómo está nuestro prójimo que se encuentra en medio de sufrimientos similares. Y esta facultad, en su desarrollo totalmente perfecto, hace que, como se ha dicho, sintamos la obligación de ayudar a nuestro prójimo y sintamos alegría al hacerlo. A esta facultad la conocemos como «la facultad de la compasión». Es esta facultad la que constituye el incipiente amanecer y la salida de sol en la esfera mental o mentalidad de la humanidad terrena.


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