Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(2396-2664,E) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

Creer que otros seres en vez que nosotros mismos pueden ser los culpables absolutos de nuestro destino es una desviación de la conciencia  2448. Es, por consiguiente, a partir de esta moral que Cristo dice que no sólo hay que perdonar al prójimo siete veces al día, sino, al contrario, hasta setenta veces siete veces al día, lo cual quiere, en realidad, decir que tenemos que perdonar a nuestro prójimo absolutamente todo lo que haga contra nosotros. Esto se comprende mejor cuando se conocen los análisis cósmicos que muestran que uno mismo es, de manera absoluta, el culpable de su destino, indiferentemente de lo oscuro o desdichado que sea. Un destino sólo puede, de este modo, estar formado por los efectos de la propia manera de ser precedente, sólo puede ser las reacciones de actos que uno mismo ha realizado. Si estos actos no se hubieran realizado, el destino desdichado en cuestión habría sido totalmente imposible. Por consiguiente, no son estas o aquellas personas las que originan el destino oscuro contra nosotros, que somos los verdaderos culpables. Sólo constituyen los órganos o instrumentos innatos de la naturaleza, la vida o la Divinidad por medio de los cuales las energías de destino mandadas por nosotros pueden desatarse contra nosotros mismos. Estos seres se convierten, precisamente, en instrumentos para la clase de energías oscuras que, según el estadio evolutivo en que se encuentran, son desencadenamientos y actos naturales. Actos o climas de pensamientos oscuros no pueden, naturalmente, ser desatados por hombres que han alcanzado el estado humano o de amor al prójimo. Cuando el destino que recibimos, ya sea luminoso u oscuro, malo o bueno, sólo puede surgir en virtud de causas que exclusivamente sólo pueden ser puestas en marcha por nosotros mismos, y cuando el destino oscuro es imposible que pudiera haber surgido, si nosotros no hubiéramos desatado lo que lo causa en nuestra manera de ser, sería, claro está, totalmente inútil y una desviación identificar a alguien con el origen de nuestro propio destino. Estar enojado, amargado y ser vengativo para con otros seres, castigarlos, matarlos y asesinarlos o mutilarlos, porque son medios o instrumentos de la Divinidad para desatar la energía de nuestro propio karma, es erróneo al cien por cien o totalmente desviado del verdadero sentido de la naturaleza o de la vida y, con ello, de la mentalidad que constituye la conciencia de Dios o el espíritu santo, la conciencia que convierte a quien la posee en «el hombre a imagen de Dios».


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.