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La existencia de un «principio del perdón de los pecados»  2445. Cuando el principio mencionado también está acoplado a otro principio, que hace que sea imposible que el ser sea afectado por los efectos de sus actos malos o malvados, si antes que estos efectos regresen y creen destino ha adquirido otra mentalidad y ya no tiene corazón para realizar tales actos, vemos aquí que verdaderamente existe un principio divino de perdón o perdón de los pecados. Ningún ser en absoluto recibe, así, los efectos de todo el mal que ha cometido. Cada ser sólo recibe ni más ni menos que los efectos de sus malos actos que son necesarios para que pueda experimentar y reconocer la identidad de sus actos como malos y, en virtud, de esta experiencia recibir inspiración para cambiar su manera de ser, de modo que ya no pueda nunca realizar tales actos.


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