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Cuando lo que decide sobre los hombres no es la justicia, sino el poder  2436. Pero, ¿cómo van a poder entenderse los hombres de la Tierra con tan distintos talentos de percepción? ¿Cómo podría existir aquí una armonía verdadera y amorosa? ¿No es, precisamente, natural que lo que se convierte en el regulador principal de su relación con otros seres sea el poder en la manera de ser de los seres? Aquí no se trata todavía de lo que es derecho o justicia. Los seres más poderosos triunfan sobre los menos poderosos. El poder domina aquí en vez del derecho. Esto está, naturalmente, en vigor para todos los hombres que, en la evolución, aún no han llegado a un estadio humano o de amor al prójimo verdaderamente destacado. En la parte menos evolucionada de la humanidad, la relación o convivencia mutua se regula con poder, al igual que entre los animales. Esto está totalmente en vigor en todos los estados o naciones del mundo. Los poderosos deciden, en mayor o menor grado, sobre los menos poderosos. Por esto, también hemos visto como pueblos menos evolucionados han sido oprimidos por estados más evolucionados, es más, incluso por los presuntos estados civilizados. «La paz» en el mundo sólo es aún, de esta manera, un equilibrio de armas entre los estados. Donde este equilibrio se rompe, surge inmediatamente la guerra. Y son, de nuevo, los vencedores quienes deciden, independientemente de que tengan o no razón. Ante un poder directamente inhumano, cada poder físico menor tiene que capitular, ya sea esto justo o no.


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