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La intolerancia o la maldición religiosa que mantiene a los hombres en un estado de guerra física y espiritual permanente y fomenta la condena y ejecución de seres menos evolucionados, a los que denominan «malhechores»  2421. Que los hombres pertenecen, así, a estadios evolutivos muy distintos y a la manera de ser, de manera correspondiente distinta, de los distintos peldaños de la escala es lo que hace que sea imposible que los hombres alrededor del mundo puedan tener la misma moral y conducta. Sólo el concepto moral y la consiguiente conducta, que está en vigor en el estadio evolutivo al que un hombre pertenece, puede ser lo primario o más importante para este hombre. Por esto, cada uno de los hombres de los distintos estadios evolutivos primitivos cree que su especial concepto moral y conducta es lo único correcto y, por consiguiente, lo único que salva, mientras todos los otros conceptos morales y todas las otras conductas divergentes son falsos. Esto da lugar, a su vez, a la maldición religiosa que conocemos con el concepto «intolerancia», y que ha originado las guerras y persecuciones de las religiones y sectas entre sí. Esta ignorancia también es, naturalmente, la causa más importante de todas las demás guerras y guerras mundiales que han manifestado gran violencia y han reducido a escombros una civilización mundial tras otra. Por la misma razón, las cárceles y presidios de la civilización moderna están llenos de hombres que tienen que ser castigados, porque no pueden cumplir la moral y conducta jurídica dominante que, precisamente, constituyen la manifestación normal de un estadio evolutivo totalmente distinto al que las personas encarceladas pertenecen. ¿Cómo podrían aceptar o percibir estos hombres encarcelados, que se designan como «delincuentes», otra moral y conducta como normal y como el modo de vivir más importante que la que es la manifestación normal de su propio estadio evolutivo?


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