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¿Qué es lo que hace que el hombre use su inteligencia al servicio del «mal» o del «bien»?  2408. Para obtener la comprensión de los análisis cósmicos y, con ello, la solución del misterio de la vida se necesita no sólo inteligencia. La sola inteligencia también puede usarse para crear refinados planes, con los que uno puede aprovecharse de su prójimo de manera egoísta o vengarse de él, del mismo modo que la inteligencia puede usarse para crear los más excelentes planes, con los cuales se puede servir al prójimo de la mejor manera posible y, con ello, crear una manera de ser perfecta. Y es aquí donde llegamos a la pregunta: ¿qué es lo que hace que el ser use su inteligencia al servicio del «bien» o del «mal»? La respuesta sólo puede ser que el uso que hace el ser de su inteligencia, ya sea al servicio del bien o del mal, depende de lo que la capacidad que su facultad humana o disposición para la simpatía esté desarrollada para poder prestar. Mientras la inteligencia se desarrolla con experiencias y enseñanza, el humanitarismo no puede desarrollarse con enseñanza. Sólo puede desarrollarse exclusivamente con experiencias de sufrimiento. Todas las enfermedades, los destinos o sucesos desdichados, las penas y preocupaciones, etc. que el ser ha atravesado en vidas anteriores dejan en la actual vida del ser un recuerdo no consciente de estos sucesos. Esto quiere, a su vez, decir que el ser no lo percibe en absoluto como recuerdo. De una manera puramente física, cerebral no puede, naturalmente, recordar nada en absoluto de sus vidas anteriores. Todas las experiencias de dolor o sufrimiento son transformadas en la zona espiritual o psíquica en una facultad para crear en la conciencia, en lo más íntimo del propio «ente», no sólo una imagen puramente de inteligencia, sino también una imagen de sentimiento o anímica de los sufrimientos que, en mayor o menor grado, atormentan al prójimo. Dado que el ser puede, así, con el desarrollo de esta facultad, no sólo en su cerebro o teóricamente, sino también en su facultad del sentimiento, percibir los sufrimientos de su prójimo y ser tan consciente de ellos como de sus eventuales propios sufrimientos, esta facultad origina en el ser un deseo de ayudar a este prójimo a salir de su sufrimiento o necesidad. Es esta facultad la que hace que podamos sentir compasión de otros seres que se encuentran en estados desdichados. Si un hombre todavía sólo está evolucionado para poder solamente comprender el sufrimiento de su prójimo con el cerebro, pero no con el corazón, es decir, con la facultad del sentimiento humano, no siente ninguna necesidad de ayudar a su prójimo necesitado. Aquí, las disposiciones para la simpatía son todavía tan limitadas que, en realidad, sólo pueden dar lugar a la pura simpatía de apareamiento hacia la pareja, la descendencia y la familia.


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