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El reino de los cielos en la Tierra 40. Que la manera de ser de todos los hombres del estado universal se ha intelectualizado y humanizado tanto, que la solución del misterio de la vida: la más alta cosmología o ciencia del espíritu se ha convertido en una evidencia teórica para todos los hombres y una experiencia cósmica personal para un grupo, en rápido crecimiento, en cuyo ámbito de conocimiento cósmico se reclutan los más altos miembros del gobierno del estado mundial. No es, por lo tanto, difícil de comprender que el estado mundial es «el reino de los cielos» en la Tierra. Que las autoridades gobernantes y dirigentes y los expertos del estado mundial se eligen por medio del libre derecho de voto de los habitantes es obvio. Pero este derecho de voto sólo es válido para la elección de seres cuya formación, dotes y cualificaciones están garantizadas por sus exámenes o certificados de su formación en los especiales campos de gobierno y dirección para los que son elegidos y reciben autorización. En el estado mundial, nadie en absoluto puede, así, desempeñar cargos o tener responsabilidad en campos para los que no está cualificado. Este es, precisamente, el mérito del estado mundial, que su tarea principal es garantizar que todos los hombres estén en su lugar, es decir: trabajen o creen en los campos que, precisamente, van bien con el estándar de su talento, de modo que su creación se convierta en su afición verdadera. Como, en el estado mundial, la facultad humana de trabajo o creación es el fundamento del absoluto bienestar físico de la humanidad, no hay ningún principio económico más elevado y mejor que, precisamente, formar a todos los hombres en su afición. Su facultad de trabajo o creación le proporciona, así, a la humanidad la salud, la alegría y felicidad que está destinada a tener y que, en realidad, es una condición vital para toda salud, bienestar y felicidad humana. Esta salud y este bienestar florecerán en sumo grado, una vez que todas las especulaciones económicas, las preocupaciones causadas por las responsabilidades, la desproporción entre el hombre y sus condiciones cotidianas de trabajo y creación, además de sus hábitos no naturales con respecto a la comida y bebida y las consiguientes crisis nerviosas, úlceras de estómago, amargura, melancolía y hastío de vivir, actualmente dominantes, desaparezcan totalmente del destino del ser. Estas enfermedades son un sabotaje contra el verdadero total bienestar del hombre. Que al estado mundial no le trae cuenta llevar a sus habitantes a situaciones así se da, naturalmente, por descontado.


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