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Los seres vivos son una condición vital para la Divinidad, de la misma manera que la Divinidad es una condición vital para los seres vivos 13. Que cualquier ser vivo constituye exactamente los mismos tres principios: un yo, una facultad creadora y el resultado de esta facultad creadora: el organismo y la conciencia. El mismo yo eterno, que experimenta y crea, que está en la Divinidad, también se encuentra, de esta manera, en cada ser vivo como su yo. Así, el ser vivo es inmortal o un ser que experimenta y crea eternamente. Como los yos de todos los seres vivos son el yo de Dios, y su facultad creadora y organismo constituyen conjuntamente la facultad creadora y el organismo de Dios, todos los seres vivos existentes son, de esta manera, una condición vital para la Divinidad, de la misma manera que la Divinidad, a su vez, es una condición vital para los seres vivos. El universo con sus miríadas de seres vivos constituye, por consiguiente, el organismo de un Dios eternamente vivo, en virtud del cual se revela o manifiesta, experimenta y crea, tanto en el microcosmos y macrocosmos como en el mesocosmos. Y es por medio de esta creación que contemplamos su omnisciencia, amor universal y omnipotencia.


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