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(1939-2395) 
 
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La aventura más grande de la vida: el Padre de todos o la aureola luminosa de la Divinidad eterna  2395. Así, hemos llegado aquí a la culminación de la aventura más grande y verdadera de la misma vida: el despertar del ser vivo a una existencia con conciencia diurna permanente en la absolutamente única Divinidad verdadera, origen del universo que todo lo abarca, Padre eterno de todos los seres vivos. La combinación de amor universal, omnisciencia y omnipotencia de este padre universal constituye su conciencia y, con ello, la vida eterna de los seres vivos. En él vivimos, nos movemos y somos. Por medio de estos análisis nos ha quedado, de esta manera, claro que cada uno de nosotros tiene un lugar especial e insustituible en la conciencia de Dios, y que esta conciencia constituye una culminación eterna de amor, de la más alta sabiduría y del poder más alto o universal. Hemos visto que la revelación y existencia de esta Divinidad es la patria eterna de todos los seres vivos, el patrimonio de vida eterno, la eterna experiencia de la culminación de la luz o la suprema felicidad o bienaventuranza de la vida. Hemos visto que este eterno experimentar la vida en la felicidad y la bienaventuranza está garantizado por medio de la eterna renovación del principio cósmico del útero de la espiral, manifestado en forma de una combinación de reino mineral, reino vegetal y reino animal, donde todos los seres vivos atraviesan un estado fetal, en el que evolucionan de nuevo, a través del gran nacimiento, para poder vivir en los mundos más elevados siendo uno con Dios. ¿Puede ser la solución del misterio de la vida más hermosa y más amorosa? ¿Un universo que, en sí mismo, es el organismo de una Divinidad eterna, un dominio de la vida con una culminación eterna de felicidad, bienaventuranza y sabiduría para incontables millones de millones y millones de millones o infinidad de seres vivos eternos que, en virtud de su identidad como instrumentos de la experimentación de la vida y la manifestación de la Divinidad, constituyen la carne y sangre, el espíritu y la conciencia de la Divinidad? Puede alguna forma de existencia, o estado de experimentación de la vida, ser más espléndida o constituir mayor felicidad que, de esta manera, ser eternamente uno con Dios y sólo estar apartado de su propio conocimiento sobre esto en una zona, donde los propios instrumentos sensoriales u órganos para experimentar la vida están desgastados y, por consiguiente, tienen que degenerar y descomponerse para dar lugar al desarrollo de nuevos instrumentos sensoriales, en virtud de los cuales podemos de nuevo convertirnos, en experimentación y manifestación, en uno con la Divinidad, y a su resplandor descansar en la bondad del Padre cósmico universal y, así, vivir en su eterna omnisciencia, omnipotencia y amor universal. En verdad, la propia visión de Dios: Todo es muy bueno, se ve aquí como la solución o el resultado inalterable del misterio de la vida. Nos encontramos ante la revelación de la absoluta verdad sobre la experimentación de la vida y, con ello, ante la aureola luminosa, eterna de la Divinidad.


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