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Cómo se renueva la facultad eterna de experimentar la vida de la Divinidad y de los seres vivos  2388. En la estructura de la conciencia de la Divinidad hay, así, todo el tiempo una zona donde su conciencia culmina en omnisciencia, omnipotencia y amor universal, y una zona donde dicha conciencia está latente o cósmicamente durmiendo y donde, en forma de evolución, es renovada y perfeccionada para convertirse de nuevo en instrumento de manifestación de conciencia cósmica y, con ello, en instrumento de la más alta sabiduría, el más alto amor y la más alta omnipotencia de Dios. Y, así, sucede que la Divinidad tiene de manera permanente una conciencia renovada y siempre culminante en omnisciencia, omnipotencia y amor universal, al mismo tiempo que también tiene una zona de conciencia donde su conciencia atraviesa una renovación y nuevo crecimiento a partir de su estado degenerado, latente o durmiente. Todo lo que llamamos evolución es, así pues, en su más alto análisis una renovación de la facultad eterna de experimentación de Dios. Y en virtud de la especial estructura del ciclo de la espiral en la psique o conciencia omnisciente de la Divinidad, los seres abandonan la zona primaria de su conciencia. A medida que los seres se sacian de las manifestaciones de luz, se cansan y desean reposo, degeneran y entran en el reino de la bienaventuranza, que es su propio reino interior, y donde las experiencias sólo son sus propios recuerdos de sus vidas a lo largo del ciclo de la espiral. Aquí, viene de nuevo el anhelo de manifestación y experimentación de la vida en el mundo exterior. Y para adquirir conciencia y facultades de manifestación en el exterior, los seres deben regresar de nuevo a experimentar en el mundo físico. Pero para ello se exige un organismo físico. Y vemos que este organismo va surgiendo lentamente, primero por medio de la creación de cristales, luego por medio de materias vegetales para, finalmente, aparecer en materia animal y convertirse en el cuerpo humano verdaderamente perfecto con órganos para la manifestación del amor total al prójimo o el amor a todo y a todos. Y aquí el ser adquiere, así, conciencia cósmica. Y tras esta evolución y renovación de la facultad de experimentar la vida, los seres forman de nuevo parte de la conciencia primaria de Dios en la culminación de omnisciencia, omnipotencia y amor universal como órganos de conciencia y unidades de vida. Los ciclos de la espiral y la evolución sólo son, así, fenómenos por medio de los cuales la Divinidad puede mantener su conciencia con culminación permanente de la omnisciencia, la omnipotencia y el amor universal citados, y los seres vivos pueden, así mismo, ver renovada su facultad eterna de experimentar la vida. La evolución sólo es, en realidad, un proceso de renovación de la facultad de experimentar y manifestar la vida de la Divinidad y de los seres vivos.


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