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Cómo la Divinidad puede constituir un ser que culmina en amor universal, omnisciencia y omnipotencia  2381. Sabemos que cada ser vivo concreto pasa por las manifestaciones del principio del contraste en épocas determinadas. Cada ser vivo tiene, así, una época en un ciclo de la espiral donde experimenta, en un grado especial, el contraste oscuro, y otra época en el mismo ciclo de la espiral en la que experimenta, en un grado especial, el contraste luminoso. De esta manera, el ser se convierte alternativamente en un ser de oscuridad y un ser de luz. Sabemos que el ser, en su incipiente organismo humano en el reino animal, experimenta la culminación de la existencia oscura, y en reinos superiores de la espiral experimenta la culminación de la existencia luminosa. De este modo, se convierte alternativamente en un ser de sabiduría y amor y en un ser de oscuridad y asesinato. Pero, para la Divinidad la experimentación del contraste no está organizada así. No tiene un período en el que es un ser de oscuridad y un período en el que es un ser de luz. La Divinidad es eternamente el mismo ser. Como absolutamente todos los seres vivos existen en su organismo, todos los seres que culminan en la existencia de oscuridad estarán en ella. A través de ellos cubre su necesidad de contrastes oscuros. Del mismo modo, todos los seres que culminan en la existencia de luz cubren su necesidad de contrastes luminosos. Como estos seres de luz y oscuridad culminan en ella al mismo tiempo, de manera permanente, tiene, de esta manera y así mismo permanentemente, los contrastes oscuros y luminosos necesarios para su experimentación de la vida y manifestación, sin que ella misma sea un ser especial alternativamente de luz u oscuridad. Reposa, así mismo, a través de todos los seres que reposan o duermen, y despliega su energía o estado creador a través de todos los seres que no están en reposo. De esta manera, se encuentra en una experiencia de conciencia despierta diurna permanente a través de todos los seres que están despiertos o con conciencia diurna, y en un estado de sueño o reposo permanente a través de los seres que se encuentran en este estado. Así, es consciente con conciencia diurna en la zona física a través de todos los seres que aquí tienen conciencia diurna, y consciente con conciencia diurna en la zona espiritual a través de todos los seres que tienen conciencia diurna en esta zona. Su organismo, el universo, nace y muere a través del nacimiento y la muerte de todos los seres vivos. Como, de esta manera, lo que forma parte del sueño y el reposo sólo son partes de la conciencia de Dios, mientras otras partes de esta misma conciencia son simultáneamente zonas despiertas diurnas, Dios se muestra, así, como un ser permanentemente físico y espiritual, permanentemente durmiente y despierto. En la conciencia de Dios habrá siempre tantos seres despiertos, con conciencia diurna en la zona física y espiritual, como es necesario para que la Divinidad permanentemente despierta, con conciencia diurna, pueda ser omnisciente, omnipotente y pueda amar con amor universal en su cotidiana experimentación de la vida y manera de ser, mientras todos los demás seres reposan. Cuando estos seres en reposo están gradualmente descansados, forman de nuevo parte de la función de la conciencia diurna despierta de Dios, mientras los seres que ahora soportan la conciencia diurna de Dios, poco a poco, a medida que tienen madurez para el reposo entran en él. En virtud de este principio divino, la Divinidad tiene, así, eterna y permanentemente conciencia diurna despierta en toda la vida y en todas las zonas y situaciones. De esta manera, la Divinidad difiere de todos los demás seres vivos del universo que, alternativamente, tienen que vivir en la zona física y la espiritual, alternativamente tienen que encontrarse en una manifestación y una experimentación de la vida latente y culminante, alternativamente tienen que ser seres primitivos, inacabados y seres altamente intelectuales y perfectos. En virtud de esta estructura aquí descrita, la Divinidad es, así, un ser con conciencia diurna despierta eterna e ininterrumpida en la culminación de la omnisciencia, la omnipotencia y el amor universal.


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