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Cómo el amor y la sabiduría son el más sublime fundamento de la vida en la conducción de los seres a través de los ciclos de la espiral  2370. Si contemplamos todo el trayecto de un ser así a través de un ciclo de la espiral, se convierte en un hecho para nosotros cómo el amor y la sabiduría son el más sublime fundamento de la vida. Vemos el transcurso de la vida de un ser así en los primeros reinos de la espiral cuando, tras haber experimentado la gigantesca época de luz de esta espiral, abandona el reino de la bienaventuranza, donde todos sus recuerdos de dicho ciclo de espiral se han convertido de ser copias de experiencias vividas con la conciencia diurna despierta y con la subconciencia a ser núcleos de talentos y disposiciones no conscientes, con que el ser ahora automáticamente sintoniza con las fuentes de energía e influencias de la nueva espiral. Y aquí, en las zonas de la nueva espiral donde tiene lugar el nacimiento: las primeras esferas del reino vegetal y animal, el ser no tiene ningún intelectualismo con conciencia diurna despierta, es decir, inteligencia, en virtud de la cual pueda planear y construir su existencia con conciencia diurna despierta, tal como posteriormente, más adelante en el ciclo de la espiral, adquiere la facultad de hacer y, con lo cual, se convierte en hombre. Sin embargo, se ha procurado que todas las formas de vida a lo largo del reino vegetal y hasta el reino animal, donde el intelectualismo puede empezar a desarrollarse en los seres, puedan ser conducidas de una manera totalmente lógica a lo largo de la época de nacimiento de este ciclo de la espiral, donde sus primeras incipientes tendencias de la conciencia pueden manifestarse como experiencia de una sensación vaga de placer y malestar. Sólo es en esta época que pueden comenzar a desarrollar los sentidos físicos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Aquí todos los seres son dirigidos desde la espiral anterior por medio de funciones automáticas que son originadas por la primera gran energía de percepción de estos seres: el instinto. En virtud de esta energía de percepción y las funciones automáticas originadas por ésta, el ser vivo, todavía no consciente o aún durmiente, es conducido a través de las primeras zonas de la nueva espiral y hacia los estadios donde el individuo puede comenzar a pensar y razonar por sí mismo, puede comenzar a tener voluntad e inteligencia, de modo que él mismo puede empezar a fomentar el mantenimiento de su propia vida con su propia conciencia diurna despierta.


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