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Por qué la Divinidad es omnipresente y se designa como estando en «los cielos»  2363. ¿Qué justifica que tengamos que concebir a este origen como Divinidad o Padre eterno de toda la vida? El universo está formado por un océano infinito de seres vivos independientes, cada uno de los cuales tiene su propia conciencia y voluntad, anhelos y deseos, y en virtud de los cuales crea su propia vida y destino. Esto está en vigor tanto en la zona de los animales como en la de los hombres. ¿Qué tienen que ver todos estos seres, aparentemente libres e independientes, con Dios? ¿No es Dios también un ser autónomo que tiene su propio organismo fuera de otros seres, al igual que nosotros? Ciertamente, Dios es un ser absolutamente independiente y soberano, es más, incluso en tan alto grado que ningún otro ser vivo puede manifestarse con una soberanía como aquella con la que la Divinidad se revela aquí. Pero la Divinidad no tiene su organismo fuera de los organismos de otros seres vivos, tal como nosotros, y todos los demás seres vivos, tenemos. Aquí hemos llegado a la más grande y fundamental diferencia que hay entre la Divinidad y todos los demás seres vivos del universo. El organismo de la Divinidad es nada menos que el universo, eternamente existente, con todos sus seres vivos, detalles y cosas. La diferencia entre la Divinidad y cualquier otro ser vivo es que todo está en el organismo de Dios, mientras lo que tiene su morada de manera natural en nuestro organismo sólo es muy limitado. Como el universo, y todo lo que hay en él, seres y cosas, es el organismo de la Divinidad, la Divinidad no puede, de esta manera, estar en un lugar, sino que es omnipresente. Está en nuestro organismo, puesto que este organismo constituye un órgano local de su organismo. Y está en el organismo de otros seres, dado que éstos también son órganos locales de ella. Creer que Dios está en un lugar es, así pues, superstición. Cuando Cristo habla de la Divinidad como «Padre nuestro que estás en los cielos», es, precisamente, porque esta denominación es la más perfecta y la única que cubre totalmente la denominación del lugar de Dios. Aquí hay que comprender que el espacio del universo constituye «el cielo» que se encuentra alrededor de cualquier planeta, alrededor de cualquier sistema solar y sistema de galaxias. Cuando contemplamos el prominente cielo azul, lo que vemos es, en realidad, el gigantesco espacio del universo. El cielo y el espacio del universo son, así pues, lo mismo. Que la Divinidad es omnipresente en el espacio quiere decir que es omnipresente en el cielo. Como todos los planetas, sistemas solares y de galaxias se mueven en el espacio del universo, también se encuentran, por consiguiente, en el cielo y, con ello, están dentro del dominio de Dios.


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