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Ningún movimiento puede surgir sin un origen que, a su vez, es lo mismo que la Divinidad  2362. Pero, como es un hecho que la vida existe, y que todo termina, es creado y se destruido por la vida, la conciencia y la función del pensamiento, tanto los procesos creadores y las liberaciones de energía macrocósmicas y microcósmicas como las mesocósmicas, la solución del misterio de la vida sólo puede ser satisfactoria en forma de resultados que expresan conciencia y función de pensamiento tras todas las formas de movimiento en el universo, indiferentemente de que sea la más pequeña mota de polvo, que se posa invisible e imperceptiblemente sobre algo, o gigantescos sistemas de galaxias, que con su gigantesco poderío navegan por la eternidad del universo dejando tras sí espacio y tiempo. Ningún movimiento puede, así, en absoluto existir sin estar enraizado en un ser vivo o haber surgido de él, indiferentemente de que sea el oleaje del mar o la órbita de las estrellas. Y es a este origen al que hemos ido conociendo como la Divinidad eterna o el Padre eterno de todos los seres vivos.


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