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Por qué los hombres no conciben los grandes movimientos macrocósmicos como «vivos» o como manifestaciones de vida  2360. Para comprender la solitaria vida propia de Dios hay, naturalmente, ante todo que comprender las condiciones, que se exigen, para que algo pueda experimentar y, con ello, estar vivo o tener vida y conciencia. Si miramos nuestra propia vida, entonces vemos que consta de una serie de experiencias, y todas ellas proceden de nuestro mundo exterior. A nuestro alrededor vemos trabajar las fuerzas de la naturaleza, vemos seres vivos con una multitud de variaciones, formas y manifestaciones. Vemos continentes y mares, montañas y valles. Vemos sistemas de planetas, soles y galaxias que nos alumbran en el espacio del universo. Vemos que todo constituye un océano infinito de movimiento. Pero, también sabemos que todo este movimiento no es originado por simples casualidades, ya que ningún movimiento puede existir en absoluto sin surgir de algún ser vivo. Así, hay movimientos que tienen su origen en seres, tanto macrocósmicos como microcósmicos y mesocósmicos, o surgen de ellos. Pero, mientras los hombres no conozcan otras especies de seres que las mesocósmicas y una pequeña zona de las microcósmicas, pero no tengan ningún conocimiento en absoluto de los seres macrocósmicos, tampoco pueden, naturalmente, concebir las clases de movimiento o liberaciones de energía macrocósmicas como vivas. Por esto, toda esta gran zona de movimientos y liberaciones de energía que llamamos naturaleza, elementos, lluvia y sol, frío y calor, etc. es misteriosa para estos seres.


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