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Cuando los microseres crean enfermedad en el macroorganismo  2348. El ser vivo puede, por lo tanto, separarse de la dirección principal del universo o voluntad de Dios y de la protección a la vida fomentada por ella queriendo sólo ser un beneficio y alegría para sí mismo, indiferentemente de lo que pueda costar de preocupaciones y sufrimientos a su prójimo. Y es un hecho que con esta manera de ser sólo puede experimentar una alegría corta o breve, ya que cada desviación surgida en el universo, grande o pequeña, es lo mismo que un correspondiente sabotaje o socavación del gran organismo o macroorganismo. Con su manera de ser egoísta ha ignorado, es más, incluso quizá ha socavado y convertido en sus enemigos a los órganos que originan bienestar, es decir, a los otros seres de dicho organismo, por medio de los cuales al individuo en cuestión se le tendría que garantizar su bienestar. Crear enemistad alrededor de uno, ya sea entre hombre y hombre o entre naciones, se convierte en un proceso destructor del gran organismo macrocósmico, en el que los seres y naciones en cuestión tendrían que disfrutar de la estructura de la vida del universo, creadora de bienestar. Por esto, los mismos seres y naciones estarán, durante un tiempo, sujetos a la oscuridad que la exclusión de la estructura común, dirigente del universo tiene necesariamente que originar. Entonces, finalmente, los seres están a merced de las consecuencias de la conducta mortífera que su manera de ser, creada por propia iniciativa y egoísta, tenía que originar.


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