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Por qué la guerra nunca puede cesar con guerra, y la paz sólo puede crearse con paz  2338. Aquí vemos, de esta manera, la insensatez de la discordia y la guerra. Los hombres vengan y castigan a otros hombres y les echan la culpa del destino desdichado del que ellos mismos han sido la causa desencadenante. Si no fuera así, no podría originarse ni experimentarse en absoluto ningún destino oscuro. No es extraño que los más grandes sabios del mundo adviertan contra el hecho de sentir odio o ira, y que Cristo aconseja que cuando a uno le peguen en una mejilla, que entonces muestre la otra. Como la ley del destino actúa, naturalmente, de la misma manera cuando se trata de experiencias positivas en nuestro destino, nosotros mismos también somos la causa primera de ellas. Por lo tanto, también vemos aquí que la guerra nunca puede cesar con guerra, y que sólo se puede alcanzar la paz creando paz con la propia manera de ser.


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