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Ser «uno con Dios» o «el hombre a imagen de Dios»  2336. La humanidad terrena se encuentra en una zona local de la conciencia de la Divinidad que, en cierto grado, todavía forma parte de la zona del odio y de la manera de ser de éste, al mismo tiempo que, también en cierto grado, se encuentra en la zona del amor. Esta manera de ser de la humanidad está influida en parte por la zona del odio y en parte por la del amor. Como, así, no constituye la manera de ser del amor en su forma pura, habrá que expresarla como en desarmonía con la conciencia primaria de amor del universo, o sea, el estado de conciencia que es el estado de conciencia de la Divinidad. Pero, el principio que conocemos como evolución sacará a todos los hombres inacabados de la zona de la manera de ser del odio y los conducirá en dirección a estar totalmente en contacto con la zona de la manera de ser del amor. Y es este despliegue total y culminante de la manera de ser del amor lo que condiciona que su origen se exprese como «uno con Dios». Cuando Cristo dice «yo y el Padre somos uno», esto quiere decir que la manera de ser de Cristo era la misma que la manera culminante de ser del universo o de la Divinidad. La manera de ser de Cristo sólo era despliegue de amor en su forma pura. En él no había nada de la naturaleza del odio. Y, por consiguiente, su manera de ser sólo podía manifestarse como amor. Ser uno con Dios es, a su vez, lo mismo que mostrarse como «el hombre a imagen y semejanza de Dios».


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