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La creencia del hombre en la existencia de una providencia o divinidad no se basa en una invención humana  2333. Este automatismo es lo que posteriormente origina en los hombres la creencia en una providencia, la creencia en dioses o en un Dios. Sienten instintivamente que tiene que haber una providencia. Nada puede moverse sin estar vivo. Pero no conocen cómo la estructura y vida de esta providencia se presenta en realidad. Se crean, por lo tanto, esta providencia a su propia imagen, la convierten en un hombre poseyendo lo que ellos mismos sólo pueden percibir como ideales. Así, vemos aquí que creer en una providencia no es nada que a algún hombre se le haya ocurrido por medio de una especulación. Es algo que de manera puramente automática crece en la conciencia de todos los seres, a medida que evolucionan de animal a hombre. Esta creencia en la Providencia era algo innato, algo que surgió instintivamente en su conciencia. Como en ese momento no tenían una conciencia especialmente evolucionada, en esa etapa no podían llegar a nada por medio de especulaciones. Pero, su instinto les decía que tenía que haber un poder superior que el de los hombres. Y entonces tenían, naturalmente, que contentarse con las representaciones mentales sobre este poder superior o esta providencia que su fantasía primitiva y su conciencia poco evolucionada podían producir. Y toda su vida se basaba en estas representaciones mentales sobre la Providencia. Y este es exactamente el mismo estado en que hoy se encuentra el hombre religioso creyente. Pero, como, poco a poco, ha evolucionado hacia un modo más humanitario de ver las cosas, sus representaciones mentales sobre la Providencia están, naturalmente, influidas por este humanitarismo o amor más elevado. Entonces vemos también, que los dioses de las religiones más elevadas no son tan sanguinarios y primitivos como los de las religiones menos evolucionadas. La mayor parte de estos hombres religiosos creyentes no tiene en absoluto ningún conocimiento verdadero sobre la única verdadera y auténtica Divinidad. Su instinto, que, por consiguiente, se manifiesta en su fe religiosa, les dice que hay, de manera inalterable, un poder superior o providencia. Y es esta creencia lo que los ha llevado a orar a una providencia. El hecho de orar procede, así, en realidad del mismo centro religioso de la estructura espiritual del ser que el grito de muerte del animal. Que, como se sabe, este centro esté paralizado en los materialistas de nuestro tiempo sólo es algo transitorio. Finalmente, todos los hombres tendrán conciencia diurna despierta, no solo de manera instintiva, sino también puramente científica, tangible, de su conexión con la Divinidad. La adquisición de conciencia de esta conexión es lo que se llama «el gran nacimiento», por medio del cual los seres adquieren conciencia cósmica, se convierten en el hombre perfecto a imagen y semejanza de Dios, de hecho, se convierten en uno con Dios.


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