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Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo  2326. No es extraño que Cristo exprese el camino hacia la luz o la ley de la vida o existencia así: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y toda tu mente» – «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». «De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas». Amar a su prójimo como a uno mismo es estar en armonía con esta colaboración con este prójimo, que es una condición para alcanzar la más fundamental o más alta y hermosa forma de experimentación de la vida. Es sintonizar los sentidos y su propio modo de ser con la longitud de onda de la más alta esfera de la vida. Que uno experimente la longitud de onda con la que sintoniza su vida es algo natural. No se alcanza, naturalmente, si no se sintoniza con ella. Pero cuando uno no sintoniza con ella, sus sentidos y manera de ser sólo pueden estar, en mayor o menor grado, sintonizados con lo contrario a este estado, el más alto, de experimentación de la vida. Y este contraste sólo puede ser una mayor o menor antipatía, es más, incluso quizá guerra contra el prójimo que, de lo contrario, según la ley de la vida, tiene que ser el objeto de nuestro amor, si uno quiere tener alguna esperanza de alcanzar la gran revelación de hermosura, el bienestar divino, la alegría y la felicidad de la verdadera vida cósmica. Como amar a su prójimo como a uno mismo crea salud, luz, felicidad y alegría, tanto en el alma como en el cuerpo, en virtud de su amor al prójimo uno también se convierte, así, en una bendición para la salud y el bienestar del macroorganismo en el que se encuentra. Y como, en último término, éste es el organismo de Dios, es, así, a Dios a quien se ama. Como no se puede dejar de tener conciencia de lo que uno ama, uno adquiere inevitablemente conciencia de Dios, se convierte en uno con él por medio del amor. Y de esta manera, el amor a Dios y al prójimo se convierte en el cumplimiento de la ley de la vida y hace del ser «el hombre a imagen y semejanza de Dios». Y es por esto que no es extraño que la evolución lleve a todos los hombres del odio al amor, de la brutalidad al humanitarismo, de la ira al perdón. Y, así, todos los hombres van finalmente a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.


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