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| El universo como un ser vivo idéntico a Dios | 2324. Que la materia que constituye nuestro macrocosmos sea, de esta manera, movimiento o vibración en sí misma convierte en un hecho para el investigador evolucionado que tras este macrocosmos existe un origen vivo, que, así, se convierte en el organismo de este origen. Y, de esta manera, todos los seres vivos son macrocosmos para los microseres que se encuentran en su organismo, del mismo modo que todos los seres vivos también son microseres para los seres en cuyo organismos ellos mismos se encuentran. Y, de esta manera, todo el universo es una gran combinación única de vida, organizada como seres vivos dentro de seres vivos. Como la facultad de experimentar y manifestarse de estos seres vivos y, con ello su experimentación de la vida, está mutuamente condicionada por la solidaridad innata de su organismo con los seres del resto del universo o cosmos, ningún ser puede trabajar en contra de esta solidaridad sin crear desarmonía y los consiguientes sufrimientos o un destino desdichado para sí mismo. Este destino desdichado llevará, sin embargo, finalmente al ser desviado a la armonía cósmica del universo y, con ello, al sentimiento de alegría sobre su parentesco cósmico con todos los demás seres vivos, tanto del microcosmos y macrocosmos como del mesocosmos. Es este sentimiento de alegría lo que constituye el amor al prójimo, absoluto y que todo lo ilumina. Como la experimentación de la vida de todos lo seres vivos sólo y únicamente puede ser fomentada en virtud de la solidaridad innata mutua de su estructura como órganos colaboradores de una totalidad, y esta totalidad es el universo, este todo se hace aquí visible como un organismo vivo, en funcionamiento. Pero un organismo vivo, trabajando, compuesto por seres vivos es un ser vivo macrocósmico en el que todos vivimos, nos movemos y somos. Y, así, hemos llegado aquí a una experiencia directamente tangible del ser que se expresa con el concepto «Dios». |
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