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El mundo espiritual se convierte en un hecho  2314. Llegando, así, al análisis cósmico del mundo físico y habiendo visto que sólo constituye exclusivamente un océano de movimientos, que es un mundo de reacciones de movimientos y sus combinaciones al infinito, se convierte, igualmente, en un hecho que existe otro mundo que el físico. Este mundo constituye una zona de existencia en la que todos los movimientos y las combinaciones de las reacciones de movimientos se transforman en experimentación de la vida, en pensamiento y conocimiento, y desde donde el pensamiento y el conocimiento se encarnan de nuevo en movimiento para fomentar su transformación en nuevas combinaciones de movimiento o cosas creadas, que, de nuevo, pueden percibirse y experimentarse y así sucesivamente. Este otro mundo estará exclusivamente compuesto de reacciones que las combinaciones de movimientos han producido en la zona física y que, por medio de los sentidos del ser, se han transformado en pensamiento, conocimiento y, con ello, en «conciencia». Pero como conciencia es, a su vez, lo mismo que lo que se expresa con la antigua palabra «espíritu», este otro mundo, que ahora hemos visto que sólo puede existir más allá del físico, se convierte en un «mundo del espíritu». Vemos que el muy debatido mundo espiritual se presenta aquí como un mundo igual de verdadero y mentalmente tangible que el físico, y que el mundo físico no podría, naturalmente, de ninguna manera existir si no existiera el mundo espiritual. ¿Cómo podrían surgir los movimientos, y las consiguientes combinaciones de reacciones o cosas creadas, cómo podrían ser dirigidos, manejados y transformados en experimentación de la vida, si no pudieran ser transformados en pensamiento y conocimiento y, con ello, poner en funcionamiento todos los demás fenómenos de la conciencia que conocemos como sabiduría y discernimiento, carácter y moral, deseos, anhelos y voluntad, etc.? Toda esta zona no es, así, una zona física, sino exclusivamente un dominio espiritual o psíquico. Desde aquí se dirigen, por consiguiente, todas las clases de movimiento de las que el mundo físico está exclusivamente formado. Y aquí se incorporan todos los efectos de las reacciones de los movimientos físicos ante los contactos mutuos y se convierten, a través de los sentidos, en pensamientos, anhelos y voluntad, que, a su vez, es lo mismo que lo que denominamos conciencia o espíritu.


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