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| El encuentro de la ciencia materialista con la electricidad sin conocer su verdadera identidad | 2300. Pero, como el conocimiento del mundo espiritual no puede alcanzarse y comprobarse con pesos y medidas, volumen y conceptos de tamaño, tal como es el caso con los detalles y campos del mundo físico, surgió la duda. Y ya no era buen tono creer en la existencia de este mundo espiritual. Se pasó a opinar que sólo existía lo que la investigación física poco a poco podía revelar. Y por medio de la investigación material se llegó al conocimiento de fuerzas, cuya existencia sólo podía conocerse indirectamente por medio de su influencia sobre la materia física, visible. Y, por medio de experimentos, se adquirió un conocimiento en virtud del cual se llegó a poder dominar y dirigir estas fuerzas invisibles hacia determinados objetivos físicos útiles. Como se ha dicho, estas fuerzas eran, en sí mismas, invisibles para la vista física y sólo podían conocerse en virtud de las reacciones a que daban lugar en la materia física y con lo cual le revelaban al investigador evolucionado que eran, precisamente, de naturaleza espiritual o psíquica. Esto se ponía, además, de relieve por el hecho de que, en realidad, no ocupan ningún espacio en la materia física, dado que la pueden atravesar. Y ahora, la ciencia materialista ha llegado muy lejos con respecto a poder operar con estas fuerzas invisibles sin saber lo que en realidad tiene entre manos. Como anteriormente se nos ha dado a conocer, a estas fuerzas se las denomina «electricidad». Pero para la ciencia con una actitud materialista sigue siendo un enigma qué es, en realidad, la electricidad. Y este enigma tiene, naturalmente, que seguir siendo indescifrable para esta ciencia, mientras crea que la electricidad o las fuerzas invisibles, que sólo pueden conocerse en virtud de las reacciones que crean en la materia física, son físicas. |
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