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La época de involución y evolución del ser vivo  2288. Pero, ¿cuándo comenzó esta involución? Comenzó, naturalmente, al mismo tiempo que los seres salieron del reino de la bienaventuranza del ciclo de espiral anterior. Aquí comenzó la encarnación de los seres en materia física, que es lo mismo que su involución en ella. Pero, tras la época vegetal, esta involución también se convirtió en una involución creciente en el modo de ser animal. Las condiciones de vida de los seres se convirtieron en el egoísmo o propio interés, es decir, una existencia que, en mayor o menor grado, sólo puede existir a costa del sufrimiento y muerte de otros seres. Los seres se vieron envueltos en una época de vida donde era una condición de vida que cada cual pensase en sí mismo. A esta época de vida la conocemos como el reino animal en su forma pura. Como la experimentación de la vida de este modo de ser se basa en la facultad de los seres de provocar muerte y oprimir a otros seres vivos, y como este modo de ser, a su vez, según la ley del destino regresa a su origen actuando, en el mismo grado, con muerte y opresión, aquí los seres están, de esta manera, envueltos o atados por el destino que han causado a sus semejantes. Lo que en lenguaje cotidiano llamamos evolución no es, así pues, en realidad, en su análisis más íntimo o profundo, desde su aparición en el reino mineral, a través del reino vegetal, hasta la culminación del reino animal, «evolución», sino «involución». A partir de la culminación del reino animal y hasta el gran nacimiento de la iniciación, donde el ser aparece como el hombre perfecto a imagen de Dios, encontramos, así, la época de evolución absolutamente verdadera de los seres vivos. En esta época el ser evoluciona, que aquí quiere decir que se desenvuelve o libera de su mentalidad y manera de ser animal fomentadora de sufrimiento y mortífera, a favor de su «involución» en la mentalidad y modo de ser humanos, vivificadores y fomentadores de amor. Esta mentalidad y esta manera de ser sólo pueden cumplir y fomentar exclusivamente el amor al prójimo, que, a su vez, es lo mismo que amor universal o amor a la Divinidad y a todos los seres vivos. La manera de ser mencionada constituye el cumplimiento total por el hombre perfecto del objetivo de toda la vida y todo el modo de ser de la totalidad del universo. El hombre inacabado está, así, a pesar de todo bajo una involución gradual en el reino humano y las futuras altas formas de existencia en la luz vinculadas a él. Pero, simultáneamente tiene que estar en evolución o liberándose de su involución en el reino animal y de las manifestaciones de muerte y oscuridad vinculadas con este reino.


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