Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(1939-2395) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

El libre albedrío del ser en el ámbito de la alimentación  2279. Como hemos visto, la estructura del ser vivo es sostenida por principios eternos, indestructibles, que condicionan el mantenimiento eterno de su existencia y experimentación de la vida sin que él tenga ninguna influencia en absoluto sobre esto. Estos principios eternos constituyen el propio ser eterno, que está por encima de todo lo que puede crearse y, de este modo, sólo puede constituir el análisis «algo que es». A partir de este algo se origina la realidad que llamamos voluntad, que, a su vez, quiere decir: la facultad de dirigir la satisfacción del apetito, el hambre o el deseo. Los deseos son originados automáticamente por el principio del hambre y la saciedad. Este principio, que, como ya se ha dicho, forma parte de los principios eternos, despierta todo lo que es temporal, todo lo que está sometido a un principio y un final. Pero, aquí también se encuentra el límite para la misión de los principios eternos. En virtud de los cuerpos especiales de manifestación del ser, se desencadena la configuración especial del hambre y la saciedad en lo temporal, con lo cual se hace accesible para la percepción. Y dentro de esta zona pasa poco a poco a estar bajo el control consciente diurno de la voluntad del ser. ¿Qué es, entonces, lo que el ser puede hacer por medio de su voluntad? No puede decidir sobre la presencia y desencadenamiento del principio del hambre y la saciedad por medio de su estructura espiritual y física. Pero con la voluntad, el hombre evolucionado hasta la soberanía puede decidir de qué manera quiere satisfacer el hambre o los deseos. En los casos en los que el principio del hambre desencadena el apetito de comida y bebida, el ser puede decidir con su voluntad con que clase de comida y bebida quiere saciar su hambre o satisfacer su apetito. El campo de materia que forma parte de los productos comestibles, y con los que el hombre puede satisfacer su hambre, constituye por sí mismo un pequeño mundo. Aquí el ser puede decidir con su voluntad si quiere comer productos animales, es decir, productos descuartizados de los cadáveres de seres animales matados, o sea, seres cuyos organismos pertenecen al reino animal. Puede, asimismo, decidir si en vez de esto quiere comer productos vegetales, es decir, plantas o partes de organismos de formas de vida vegetales. También puede decidir si quiere hervir, freír los productos o si, en mayor o menor grado, quiere comérselos crudos. Aquí tiene, por consiguiente, libre albedrío para poder escoger y desechar, para componer y combinar su comida y bebida según su deseo y voluntad.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.