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La humanidad ya no puede seguir siendo guiada por medio de autoridad, dogmas de fe ni filosofías materialistas  2273. Como ya hemos dicho, el camino para salir de la actual época de juicio final de la humanidad no es, en su análisis más profundo, una cuestión de poder real, dictadura, política, administración de justicia ni economía. De hecho, ni siquiera es una cuestión sobre religión, redentores del mundo ni mesías, porque todos estos fenómenos están, sin ninguna excepción, destinados a ser fuentes divinas de ayuda para el liderazgo físico y espiritual de la humanidad dentro de un campo o una época del gran ciclo de espiral cósmico, que se nombra a continuación, del que la humanidad ahora, bajo la sumamente forzada evolución atea, materialista, está saliendo. La humanidad ya no puede seguir siendo guiada por medio de autoridad, dogmas de fe, hipótesis, suposiciones ni filosofías materialistas. La mayor parte de sus individuos exigen hechos en todos los campos, tanto en el espiritual o cósmico como en el físico. Esta exigencia está exclusivamente originada por su creciente inteligencia o facultad de analizar por sí mismos en conexión con una facultad, igual de creciente, de sentir humanitarismo o amor hacia su prójimo o entorno. A esta transformación cada vez más creciente de los seres vivos estamos acostumbrados a llamarla «evolución». Pero, la evolución, en el sentido verdadero o más literal de la palabra, sólo puede tener lugar en virtud de una previa «involución». Si no hay nada que esté involucionado, no puede haber nada a evolucionar. Ya sabemos que la experimentación de la vida de todos los seres vivos se forma como una transformación de la oscuridad a la luz y de la luz a la oscuridad, y así sucesivamente. Cuando el ser ha vivido una experiencia de culminación de la oscuridad y una correspondiente experiencia de culminación de la luz, ha vivido, precisamente, una parte así de su experimentación eterna de la vida que llamamos un «ciclo de espiral». De este ciclo de espiral los hombres conocen, naturalmente, mejor la parte del reino animal en la que se encuentran actualmente, de la que forman parte en virtud de «las disposiciones animales», por las que su mentalidad todavía está dominada, y el reino de los hombres, al que también pertenecen en virtud de «las disposiciones humanas» o facultades que por medio de su evolución pueden dominar. El hombre terreno es, por consiguiente, como ya sabemos desde hace tiempo, un ser de transición de animal a hombre. Es esta transformación, a la que por consiguiente está sujeto, que, como ya hemos dicho, expresamos como evolución, y que revela que los seres tienen que haber vivido una involución previa.


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