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La naturaleza animal y humana del hombre inacabado  2266. Así pues, no es lo humano de la humanidad lo que es su enemigo, sino, al contrario, lo animal de ella. Todos los hombres inacabados son definitivamente amigos con el lado humano de su mentalidad. En lo más profundo de este lado está brotando, con más o menos fuerza, un amor a todos los seres. Pero sólo se revela o hace visible a medida que el ser evoluciona y alcanza los estadios culturales más avanzados. Este débil amor incipiente se encuentra, claro está, rodeado o apresado por un fuerte muro en forma de la naturaleza animal del ser, este resto mental de su época evolutiva como animal en su forma más pura. Como esta naturaleza animal está en la cumbre de su desarrollo, mientras la naturaleza humana de dicho ser se encuentra en su primer débil inicio, no es extraño que la primera domine la mentalidad y actuación del ser, de manera que aparece, desde el punto de vista mental, más a imagen del animal que a imagen del hombre. Es más, incluso su religiosidad y relación con Dios o Providencia también es, en sus estadios primitivos como hombre, a imagen del animal. Es una adoración y alabanza al principio mortífero. Sólo puede percibir vagamente a Dios a su propia imagen, o sea, un Dios que mata y asesina, venga y castiga. Sólo puede ver un modo de ser así como el más alto ideal. Todavía no tiene la más mínima idea de que en lo más profundo de sí es, en realidad, amigo de todos los seres vivos y que ha abandonado una anterior época de luz, en la que el amor era el fundamento de la vida, del que se tenía conciencia diurna despierta. Pero este débil fuego incipiente del amor en su interior no puede seguir siendo una luz encerrada y oculta por la naturaleza animal. Según el principio eterno del ciclo de la espiral y el principio de los polos del ser o principio del fuego supremo, la naturaleza y el modo de ser animal de su mentalidad están condenados, en este estadio, a la ruina, mientras la pequeña y débil llama del amor citada, la naturaleza humana en su forma más pura, está destinada a crecer y evolucionar convirtiéndose en una fuente luminosa de amor, que todo lo domina, para alegría y bendición de todo lo que su origen entre en contacto. Esta evolución es lo que vemos en cada pequeño acto desinteresado, cada pequeño perdón de faltas por parte de este mismo origen. Estas pequeñas manifestaciones de simpatía son un destello de luz de su incipiente naturaleza humana interior, que ha alcanzado la facultad de abrirse paso a través de la fortificación petrificada de naturaleza animal que rodea esta incipiente fuente de amor en el naciente hombre a imagen de Dios. Cuanto más inacabado está el hombre, menos destellos luminosos de amor está en condiciones de hacer pasar a través de esta fortificación petrificada, a través de su estado anímico automático, animal, su fundamento de vida petrificado, del principio con que se manifiesta: Que cada cual piense en sí mismo. El hombre inacabado sólo está, así pues, en condiciones de experimentar en la zona de existencia física la verdadera atmósfera, la luz y alegría del verdadero reino humano a través de estos pequeños destellos de luz de naturaleza humana que está en condiciones de hacer pasar a través de esta fortificación de mentalidad animal, petrificada en su interior. Así, no experimenta la naturaleza del reino humano en un estado permanente. Sólo lo experimenta a través de estos destellos de luz. Entre estos destellos despliega su naturaleza animal. Aquí se despliegan entonces su irritabilidad, odio e ira, su falsedad, su intolerancia, sus celos y envidia, su envidia profesional, su tendencia a la calumnia, sus desviaciones de todo tipo. Su existencia en la zona terrena física es, de este modo, una mezcla de mentalidad animal y humana. Su destino oscila entre oscuridad animal y luz humana. Como la Tierra está principalmente poblada de hombres con una mezcla así, que no constituyen una humanidad en su forma más pura, no es extraño que el destino de esta humanidad tenga que convertirse en el día de juicio o época de cataclismo que ahora domina en la Tierra y que hace mucho tiempo fue anunciada por Cristo.


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