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El modo de ser de Cristo o el poder del amor al prójimo es mayor que el de la bomba atómica  2263. Aquí también hemos visto las palabras eternas de la Biblia como verdad inquebrantable: «No os venguéis vosotros mismos, queridos míos». «Mía es la venganza, yo haré justicia, dice el Señor». Y así mismo las palabras de la Biblia: «No te dejes vencer por el mal, antes procura vencer el mal con el bien». Cuando Cristo en la cruz pidió por sus asesinos y verdugos: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», aquí les mostró su modo de ser puro, humano después de que ellos le habían mostrado su despiadada naturaleza animal. Aquí cumplió la culminación de su misión. Tenía que mostrar el principio que soporta la vida eternamente: el modo de ser total del hombre perfecto, el modo de ser sin el cual ningún ser puede llegar a ser idéntico a la imagen y semejanza de Dios. Tenía que mostrar que todo lo que Dios les había dicho a los hombres a través de él era una verdad inquebrantable. Tenía que mostrar que un hombre puede verdaderamente llegar a estar tan evolucionado, ser uno con Dios, tener tanto conocimiento del plan universal, tener un conocimiento tan grande de la ley de la vida y un amor tal a todos los seres, totalmente independiente de su modo de ser, que ante la conducta mutiladora y mortífera de sus enemigos, ante la mismísima culminación de sufrimiento y dolor, ante la culminación del despliegue de su actuación animal o inhumana contra él, no tenía corazón para que tuvieran que sufrir un castigo u otra forma de reparación por el sufrimiento que le habían causado. ¿Puede una madre tener un amor más grande por su hijo? ¿Puede un padre ser más amoroso con su hijo? ¿Puede un amor fraternal ser mayor? ¿Puede cualquier tipo de simpatía o amor manifestarse, en fin, de una manera más grandiosa que la que el redentor del mundo reveló en la cruz? ¿No es esto un hecho vivo de que su pensamiento y modo de ser divino es la mayor revelación de paz que, en resumidas cuentas, puede irradiar de un ser vivo? Fue la propia irradiación de Dios de la más alta sabiduría y poder divinos, que como un inalterable torrente de amor vibró, iluminó y resplandeció a través de la oscuridad mental, negra como la noche, de la Tierra. Fue el regalo salvador del mundo que Dios dio a la humanidad. Aquí fue iniciada en el poder que constituye lo único ante lo cual todo otro poder del universo tiene que palidecer. Sin este poder, toda la humanidad caería en ruinas, sería totalmente borrada de las zonas materiales de la Tierra, sería atormentada, torturada y mutilada a muerte por su propio intelectualismo ateo y la consiguiente facultad de multiplicar la infracción del mayor mandamiento de la vida: No matarás, por medio del desvío de la propia fuerza del planeta (energía nuclear). Pero la fuerza mental que se reveló en la cruz del Gólgota, el amor total al prójimo es, así, el poder más fuerte del universo. Ante él, todo el poder de la guerra o poder diabólico tiene que retroceder. Lo que les es imposible lograr a miles, o mejor dicho, a un sinfín de bombas atómicas, bombas de hidrógeno y bombas dardo, porque son exclusivamente armas mortales, surge con pleno florecimiento donde el amor al prójimo es el fundamento de la vida, a saber, la paz eterna y absoluta y la consiguiente experiencia del mayor bienestar de la vida para los hombres.


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