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La salvación del mundo  2260. Pero el hombre terreno corriente no es un hombre acabado. Su aparición o conducta con conciencia diurna es en parte estimulada, al igual que la del animal, por instinto, peso y sentimiento no intelectualizado o primitivo y en parte, al igual que la del hombre acabado, por humanitarismo intelectualizado. La mentalidad y modo de ser humano incipiente es absolutamente lo único que puede llevar a los hombres fuera de las disposiciones animales, fuera de la guerra y los asesinatos, fuera del odio y la venganza y fuera de las enfermedades. Que todos estos fenómenos todavía puedan tener lugar dentro de la zona humana terrena se debe exclusivamente a las disposiciones animales, todavía preponderantes en los hombres. No se debe, por consiguiente, ni a un diablo ni a la tentación de otras formas de espíritus malos, sino, al contrario, exclusivamente al propio estándar evolutivo especial de los hombres y a su consiguiente modo de ser. Aquí es fácil ver que la salvación del mundo no puede ser estimulada por un nuevo dictador o un nuevo gobierno, una nueva política, es más, ni siquiera por un nuevo mesías, sino, al contrario, sólo y exclusivamente a través de una zona de tiempo especialmente determinada de una época evolutiva, dentro de la cual la propia vida en contacto con la ciencia del espíritu como hecho les mostrará a los hombres que vivir según sus disposiciones animales, vivir según el modo de ser animal no puede, de ninguna manera, crear una existencia verdaderamente humana. Mientras vivan bajo las disposiciones animales de su conciencia, sólo experimentarán una existencia análoga a la de los animales según el grado en que vivan bajo estas disposiciones. Y como los hombres han desarrollado la inteligencia, son capaces de hacer su existencia o manera de ser animal miles de veces más mortífera, más mutiladora y dolorosa que los animales. Esta manera de ser existe en ellos como una abrumadora función instintiva, automática. Por lo tanto, sólo puede ser detenida o modificada por medio de una intervención despierta, consciente diurnamente y voluntaria. No es, por consiguiente, extraño que, como ya hemos dicho, este lado animal de los hombres domine su mentalidad, su religión, su política, su mundo de los negocios, su arte y ciencia, su actitud y manera de ser hacia su prójimo en el mismo grado que esta intervención voluntaria sea inferior a la función automática instintiva. Ninguno de estos fenómenos está en su forma pura. Constituyen una mezcla de mentalidad animal y humana y es imposible que constituyan otra cosa, ya que, como se ha dicho, su origen constituye, precisamente, seres cuya estructura mental constituye esta mezcla. El tanto por ciento que hoy hay de mentalidad animal, y el tanto por ciento que hay de mentalidad humana dependerá exclusivamente de lo que los seres en cuestión hayan avanzado en la evolución hacia el estadio de hombre perfecto.


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