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| Un cambio de mentalidad, de crear Dios a imagen de los hombres a crear los hombres a imagen de Dios | 2252. Por consiguiente vemos que las palabras de Cristo sobre «el espíritu de la verdad, el espíritu santo» es una predicción de un cambio en la relación de los hombres con Dios y, con ello, un cambio en su evolución hacia la disposición divina de convertirse uno con Dios, convertirse uno con su prójimo y, mediante lo cual, toda la humanidad alrededor de todo el mundo se convertirá en un rebaño y un pastor, se convertirá en un pueblo, un reino. Esta nueva dirección de la evolución es: investigación, observación, experiencia personal de la manera de ser del propio Dios, su omnipotencia y amor universal, que para quien puede ver se revela simplemente por todas partes en la naturaleza, en los seres vivos, en los animales, en las plantas, en los minerales, en los elementos, de hecho, en todo lo que en resumidas cuentas existe de espíritu, experimentación de la vida, creación, movimiento, sustancia y materia. Aquí se llegará al verdadero conocimiento de la verdad eterna sobre la vida y la Divinidad. Aquí el humanitarismo y el intelectualismo se combinarán en pensamiento y modo de ser independientes que se convertirán en los dirigentes de la relación de los hombres con Dios, en contraposición a lo dirigente en el camino a Dios de las religiones dogmáticas que, por así decirlo, sólo era instinto dirigido por las autoridades, dado que el intelectualismo y, sobre todo, la facultad humana aquí sólo existían en su primer débil y casi imperceptible comienzo, y, por lo tanto, tenían una fuerza soportadora muy insignificante. Y a partir de este estadio primitivo del amor, los hombres han intentado, así, explicarse la conciencia y conducta de Dios. Y esta explicación se convirtió, de este modo, en una imagen de Dios creada a imagen del propio hombre, creada según los fenómenos, el modo de ser, la mentalidad que dominan en la conducta de los hombres, debido a su estadio inacabado de la creación de su forma de vida como «el hombre a imagen y semejanza de Dios». Pero Dios no está sujeto a ninguna creación ni perfeccionamiento y, por lo tanto, no puede encontrarse en ningún estadio inacabado en ninguna forma en absoluto de creación. En cualquier tiempo y en toda la eternidad, Dios tiene que ser lo supremo existente en su forma de vida y modo de ser, tiene que ser la misma culminación de la perfección, es decir, intelectualismo y humanitarismo, que conjuntamente, en total armonía, son lo mismo que amor universal. Y esta imagen de Dios amoroso universalmente es la que los hombres, poco a poco, experimentarán, a través de sus facultades intelectuales y humanas desarrolladas, como hechos reales, como ciencia del espíritu. Experimentando estos hechos o la verdadera ciencia del espíritu, es inevitable que la gente no cambie sus puntos de vista. Las primitivas maneras de ver fantasiosas y dogmáticas se rechazan en favor de la experiencia de los hechos y la realidad. Y cuanto más se desarrolla la facultad humano-intelectual, más se vincula el ser a la investigación u observación de la naturaleza y la vida por medio de la propia observación. Y con este conocimiento, que el ser adquiere aquí, dirige su vida y su modo de ser cada vez más en contacto con las leyes de la naturaleza y de la vida. Como, de este modo, estas leyes se convierten cada vez más en la norma para el modo de ser de los hombres, es la naturaleza y la vida y, con ello, Dios lo que, de este modo, directamente forma, así, a los seres a su imagen y semejanza como lo opuesto a su estado anterior, en el que era el ser el que formaba la naturaleza o a Dios a su propia imagen. Y con este cambio de mentalidad, el ser va directamente de camino hacia «el gran nacimiento» o iniciación cósmica, donde ha llevado a cabo el disfrute del árbol de la ciencia y se ha convertido en «el hombre a imagen y semejanza de Dios». |
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