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La ignorancia de los hombres sobre la inmortalidad y el renacimiento hace que les sea imposible ver la justicia y el amor divinos en su creación de destino  2242. Que, de este modo, esta superstición pueda florecer y convertirse directamente en la base de la vida para los hombres se debe, precisamente, al hecho de que las facultades de percepción aún no han alcanzado su culminación. Por medio de ellas, los hombres todavía sólo pueden ver una pequeña área local de su existencia eterna. Tanto su facultad del recuerdo como su facultad de la intuición aún no están en un estadio tan desarrollado que, en virtud de ellas puedan recordar o experimentar intuitivamente sus vidas terrenas anteriores. De hecho, ni siquiera pueden recordar los primeros años de su vida terrena actual. Esto lleva, así, a los hombres a creer que su primer comienzo en la existencia fue, de manera absoluta, en el vientre de su madre durante el embarazo y que, por consiguiente, nunca han existido anteriormente. Por esto, estiman que su edad es idéntica a la edad de su actual vida física terrena. Pero, al no comprender que han vivido antes, tampoco comprenden que en una existencia física anterior pueden haber originado las causas de su destino actual. Por lo tanto, ven su vida formada por un montón de efectos fundamentales, tanto agradables como desagradables, pero no ven las causas de estos efectos. No comprenden que puede haber justicia en que un niño pequeño pueda comenzar en la más tierna infancia a ser objeto de una vida llena de sufrimientos, mientras que para otro niño, ya antes de nacer, se ha hecho todo lo posible para que pueda tener una vida en la alegría y el bienestar. Tampoco comprenden la justicia en el hecho de que algunos hombres nazcan en una terrible miseria, indigencia, hambre y pobreza, y otros nazcan en la riqueza, el lujo y el despilfarro. Así mismo, la justicia o amor divinos son incomprensibles para ellos, cuando ven que algunos niños nacen de padres delincuentes y son educados para convertirse en delincuentes, con lo cual entran en conflicto con las leyes de la sociedad, van a parar a centros correccionales, a cárceles y son humillados, mientras otros niños nacen de padres amorosos, alcanzan honor y dignidad, llegan a la cumbre de la fama, son alabados y honrados por todo el mundo. Tampoco ven ninguna justicia ni ningún amor divino en que algunos nazcan como pigmeos y cazadores de cabezas en las oscuras selvas y los pantanos productores de fiebre de los trópicos, mientras otros nacen en medio de los innumerables bienes de la cultura moderna.


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