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(1939-2395) 
 
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Al igual que se tiene que sembrar un cereal, con el que se pueda hacer pan, para poder hacer pan con la cosecha, también se tiene que sembrar el destino que se quiere alcanzar  2239. Los hombres de hoy, al igual que los hombres del pasado, viven en esta desesperada persecución del «mal» con «el mal». Y este estado mental o modo de ser es lo que en un grado cada vez mayor y cada vez con más capacidad llevan a su despliegue. Jamás el principio mortífero ha podido ser desplegado por los hombres tan masivamente como hoy aquí en la Tierra. La multitud de seres asesinados, que esto llevará consigo, estarán por medio de su renacimiento de nuevo vivos en carne y hueso ante sus asesinos, que también renacerán en la zona física. Y la guerra entre ellos continuará. La paz no surge con asesinato ni supresión de los enemigos. Los hombres no comprenden que su modo de actuar no tiene nada que ver con la paz, y nunca lo tendrá. Experimentarán una cambiante «imposición de esposas», tanto por estados como personas y una correspondiente continuada lucha por la liberación. ¿No es, precisamente, esta liberación la que todos los hombres buscan a voces hoy y siguen creyendo que se puede conseguir «esposando» u oprimiendo a otros? ¿Cómo se puede sembrar mala hierba y cosechar cereales para hacer pan? ¿Cómo comprenderán los hombres que la ley de la siembra y la cosecha es válida tanto para la creación de destino como para los cereales para hacer pan? Del mismo modo que se tienen que sembrar los cereales que se quiere cosechar, uno también tiene que sembrar el destino que desea. Es la absolutamente única manera por medio de la cual al final uno, inevitablemente, vencerá y será liberado del destino malo o karma, además, aquí uno tiene el pleno apoyo de las propias leyes de la vida y, así, la propia naturaleza o la Divinidad crean conjuntamente con él la paz y la libertad en su propio interior. Y con esta creación en su interior, uno ha contribuido de la única y absolutamente mejor manera con que puede contribuir a que la guerra degenere y cese para su entorno. Esta creación de paz es la que constituye la verdadera lucha por la liberación, y no el sabotaje mortífero o la manifestación de asesinato que hoy los hombres se sienten obligados, en gran medida, a tener que usar como el medio de salvación más glorioso en la lucha contra el enemigo, aunque está muy lejos del sermón de la montaña de Jesús o verdadero cristianismo, al que estos seres dicen pertenecer. Aquí se ve claramente que el paganismo todavía ejerce una gran influencia sobre los hombres. Por lo tanto, no se los puede culpar. Su modo de ser es el resultado normal del estadio evolutivo en que se encuentran.


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