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(1939-2395) 
 
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Por qué cada acto de guerra con tortura, homicidio y asesinato es estúpido  2237. Según la ley del karma o del destino ningún ataque contra ningún ser existe sin ser el retorno de un precedente despliegue de un ataque de este ser contra el entorno. Como ya sabemos desde hace tiempo, cada ser es la absolutamente primera causa de su propio destino. Así se puede comprender lo inútil y estúpido que, inevitablemente, debe ser cada acto de guerra con asesinato y tortura, aunque se manifieste como «defensa». Aunque, por el momento, este acto también pueda parecer una defensa o un medio de salvarse del presunto «ataque» de un enemigo, tarde o temprano se convertirá inevitablemente en una nueva onda de destino y regresará a su origen como algo que hay que retribuir. Pero, los hombres, mientras sean analfabetos con respecto al factor más grande de la vida: la reencarnación o vida eterna del ser vivo, no lo comprenderán. Mientras sólo vean su vida eterna en una parte tan limitada y microscópica del gigantesco horizonte de su vida eterna, como la que constituye su vida física, tienen que seguir viviendo en la casi inalterable superstición de que pueden asegurar su propia vida matando a otros, de que pueden estimular su propia felicidad haciendo infelices a otros y experimentar la verdadera paz y felicidad manteniendo a otros en la discordia y la opresión o coacción. No comprenden que, en realidad, nadie puede matar y nadie puede ser muerto. Creen que exterminan a sus enemigos matándolos. No comprenden que el ser vivo está protegido contra una muerte verdadera y absoluta en virtud de su organismo animal. No comprenden que es un traje de seguridad alrededor del verdadero ser vivo que, en sí mismo, es una estructura puramente psíquica, es decir, eléctrica, en un estado especial que es inmune a todos los ataques de que puede ser objeto por parte de otros seres vivos. Estos seres pueden destruir el cuerpo físico u organismo animal, pero el alma, el espíritu y el yo, que se manifiestan en él y constituyen el verdadero ser vivo, salen victoriosos de cualquier agresión que se puede dirigir contra él desde la zona física. Una agresión así sólo puede, en el peor de los casos, destruir su organismo animal o físico. Pero un organismo así forma parte de la zona de las cosas creadas. Y sólo es un asunto de tiempo cuándo el ser de nuevo puede nacer en un nuevo organismo físico, creado y aparecer totalmente apto para manifestarse en la zona de existencia física o material. Como su asesino o asesinos también viven eternamente y también nacerán en la zona física después de cada presunta «muerte», los dos adversarios o partes contrarias estarán de nuevo frente a frente, dado que la situación o el conflicto entre ellos no puede ser resuelto por medio de que una parte ha matado a la otra en su vida terrena anterior. Dos partes así seguirán estando unidas por sus destinos mientras no se hayan perdonado mutuamente y, así, creado una verdadera paz y comprensión entre ellas. De este modo, las leyes del destino son ineludibles tanto con respecto a naciones, pueblos y razas como entre individuos concretos. Aquí vemos lo estúpido que es no seguir las palabras de los sabios o el sermón de la montaña de Cristo sobre presentar la mejilla derecha cuando a uno le pegan en la izquierda, lo cual quiere decir hacer todo lo posible para crear paz por medio de paz y comprensión y no por medio de guerra asesinato, tortura y opresión o devolviendo mal por mal. Devolver enemistad con enemistad o guerra con guerra es un comportamiento que es imposible que cree paz, al contrario, alargará inevitablemente la enemistad o la guerra.


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