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El nacimiento de la facultad de compasión  2228. Como ya sabemos, evolución es lo mismo que creación de experiencias. El hombre no evolucionado seguirá colisionando con las leyes de la sociedad y la naturaleza que aún no conoce y, por consiguiente, no puede cumplir. Así surgen los sufrimientos o el denominado destino desdichado. Este destino de sufrimiento es absolutamente lo único que puede cambiar el lugar en que el ser se encuentra en la escala evolutiva. Las experiencias de sufrimiento se acumulan en la conciencia del ser. Al principio pueden hacer que el ser esté resentido contra Dios y los hombres, dado que no comprende en absoluto el objetivo o plan de amor divino, que está escondido en su destino. Pero aunque el organismo del ser tiene que morir, su alma o psique no muere, y los recuerdos aquí almacenados no se borran. Pero, como posteriormente veremos, los recuerdos de los sufrimientos, que son imágenes o copias de las experiencias, pasan como impulsos eléctricos mesocósmicos a un órgano-batería especial en el elemento de destino, para desde aquí pasar de nuevo, en la nueva vida física venidera, a la conciencia física diurna del ser y hacer su efecto. Pero este efecto no es, sin embargo, experimentado o percibido por el ser como recuerdos. Esta facultad todavía está reservada a un estadio evolutivo posterior del gran ciclo de la espiral. Estos impulsos de los recuerdos son, en cambio, transferidos en la vida venidera a la conciencia diurna física del ser como una facultad mental o anímica para, dado el caso, experimentar el sufrimiento de otros seres vivos. La capacidad o fuerza de esta facultad dependerá, por consiguiente, de lo grande que sea el área de recuerdos de sufrimiento que uno haya acumulado en su elemento de destino en vidas anteriores. Esta facultad de sentir el sufrimiento de otros seres vivos se conoce con el concepto «facultad de compasión», que, en realidad, es lo mismo que la facultad de amor al prójimo.


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