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La incipiente inteligencia como instrumento del instinto de conservación animal del hombre  2201. Pero el objetivo final del ser vivo no es que siga siendo carnívoro, o que su existencia física tenga que costar la vida a otras formas de existencia o seres vivos. Es por esto, que en su psique hay guardadas de forma latente facultades humanas. Estas facultades brotan poco a poco y cambian la mentalidad del animal. La inteligencia es una facultad humana así. Como acabamos de mencionar, por medio de ella, el ser desarrolló un campo que complementaba su psique o mentalidad. En este campo nuevo el ser puede, por lo tanto, comenzar en cierto grado a actuar con conciencia diurna, con voluntad en ámbitos donde antes actuaba totalmente de manera instintiva o según sus impulsos. Pero, como acabamos de mencionar, el principio básico de la psique animal es que hay que matar para vivir. Esta psique básica y sus consiguientes condiciones de vida no cesan porque el ser comience a tener inteligencia y nazca como hombre. Las condiciones de vida del animal siguen estando vigentes. Los seres siguen persiguiéndose mortalmente y, así, son de manera correspondiente enemigos mortales. Por lo tanto, todavía tienen que matar para vivir. El animal no conoce, por decirlo así, otros medios de defensa, y es natural que también tenga que usar el mismo recurso cuando, de acuerdo con sus condiciones de vida, tiene que atacar. Como ahora, con la incipiente inteligencia, puede comenzar a razonar, puede comenzar conscientemente a crear o manifestar de manera apropiada, esta manera apropiada tiene, naturalmente, que ser exclusivamente en favor de sus intereses egoístas. Tiene que usar su incipiente inteligencia para averiguar cómo puede proteger mejor su vida contra los acosos o persecuciones mortales del entorno. ¿De qué otra manera va a poder usar su incipiente facultad de la inteligencia? En su mentalidad no tiene otra tendencia consciente que la que puede surgir de su egoísmo o instinto de conservación animal. El ser todavía está, en realidad, en peligro inminente de muerte en todas partes, por lo tanto, tiene que pensar en todas partes, de modo correspondiente, cómo puede protegerse contra este peligro. Y ésta es la causa de que el ser, por medio de su inteligencia, fuera capaz de crear armas o medios de protección, se convirtiera en virtuoso en el matar y asesinar. Y esta evolución continuó y sigue existiendo y aparece ahora con su mayor ingenio, dentro de la zona de los denominados hombres civilizados. ¿Acaso la terrible bomba atómica y las demás máquinas de guerra y aparatos de destrucción modernos son otra cosa que geniales instrumentos sobredimensionados para el instinto de conservación animal? Los hombres civilizados modernos de hoy revelan así, con su uso de este genial conocimiento mortífero, independientemente de que se trate de defensa o ataque, que no están liberados del instinto de conservación animal.


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