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(1939-2395) 
 
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El hombre terreno en su primer estadio como «hombre»  2199. Con la inteligencia, el hombre comienza a formar y dirigir sus tendencias vitales conscientemente. En virtud de las experiencias que adquiere aquí, también comienza a poder crear nuevas tendencias o deseos, que de ninguna manera podían surgir en la psique o mentalidad del animal. Pero aunque la incipiente inteligencia llevó al animal al estado de transformación que lo hace pasar del estadio «animal» al «humano», hay que comprender que la transformación no lleva en primer término las tendencias vitales animales o el instinto de conservación del animal a degenerar o debilitarse. La transformación sólo consiste, en realidad, en que el animal ha adquirido una nueva facultad (la inteligencia), por medio de la cual, además de su dirección automática de tipo instintivo de las disposiciones animales o instinto de conservación, ahora también puede ocuparse con conciencia diurna despierta de la dirección y formarla según las experiencias que comienza a adquirir por medio de la inteligencia. Con este incipiente campo nuevo, pero muy débil, de tipo intelectual comienza a producirse una dilatación de la conciencia. Como este campo se basa en el despertar de la inteligencia, se convierte en la parte de la conciencia del ser que, en sus estadios posteriores desarrollados, conocemos con el concepto de «intelecto». Este intelecto, que también se conoce con el concepto de «razón», contribuye a formar la actitud del ser ante la vida y, con ello, su relación con los demás seres y el entorno. Pero esta nueva actitud frente a la vida es lo que llamamos «moral». La moral del ser crea, a su vez, la base de su modo de ser. Y, de este modo, tenemos ante nosotros a un ser que, con este nuevo complemento de la conciencia, se diferencia de los animales por tener intelecto y moral. Por moral hay que entender aquí unas reglas sobre el modo de ser, idealizadas para su estadio evolutivo o etapa de la vida, formuladas por su instinto animal y su inteligencia todavía incipiente. Así, ahora puede comenzar racionalmente a dirigir con conciencia diurna su existencia y ampliar su campo de manifestación. En virtud de esto, su estado mental creció rápidamente hacia un estadio de vida en el que se volvió colosalmente superior al animal, de hecho, se convirtió en el ser más notable y evolucionado de la Tierra. Este ser constituye, por consiguiente, el hombre terreno en su estadio inicial.


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