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Por qué el conocimiento supremo o solución del misterio de la vida es una cuestión de moral  2188. La solución del misterio de la vida no puede, de este modo, adquirirse en virtud de investigación puramente materialista. Una inteligencia extraordinaria o un gran talento para la investigación de materias o sustancias no es el camino para la experiencia de dicha solución, aunque esta investigación pueda ser muy útil. Dicho talento puede, sin embargo, incluso ser en otras ocasiones directamente un obstáculo para la mencionada experiencia cósmica. Como se ha mencionado, la solución del enigma de la vida sólo puede experimentarse por medio de la intuición. Pero mientras esta facultad todavía sólo sea en el ser el resultado de un estado de ánimo y, en el mejor de los casos, sólo se pueda manifestar como un pequeño, a veces incluso dudoso, destello cósmico, es, naturalmente, de modo correspondiente limitado lo que con este destello cósmico se puede filtrar de conocimiento y experiencia cósmica en la conciencia diurna despierta del ser. Pero como la facultad de la intuición sólo puede llegar a un despliegue perdurable o permanente sobre la base de un previo desarrollo, especialmente destacado, de la relación entre la inteligencia y el sentimiento del ser, queriendo esto último decir: su capacidad humana, la accesibilidad al misterio de la vida es, así, una cuestión de moral. Sin la intuición, se puede adquirir, por consiguiente, mucho conocimiento sobre fenómenos puramente materiales, materias o sustancias, fuerzas, soles, planetas, átomos, electrones, células, moléculas, etc., pero este conocimiento sólo será, de manera absoluta, un conocimiento sobre movimiento, vibración, medida, peso, volumen, etc. Con la mera investigación de tipo intelectual o una percepción que sólo se basa en el registro de movimiento o reacciones entre energías o sustancias, será imposible alcanzar ningún conocimiento absoluto sobre el núcleo más profundo de la vida en sí: «el punto fijo» del universo, los yos y supraconciencias de los seres vivos mesocósmicos, microcósmicos y macrocósmicos, sin los cuales no puede surgir ningún movimiento. Como los yos y las supraconciencias de los seres vivos que, como se ha mencionado, constituyen «el punto fijo» del universo, son quietud absoluta, son inmóviles e inalterables por propia naturaleza, esta propia naturaleza no puede crear ninguna reacción en absoluto. Y donde no hay reacción, no habrá nada a registrar por los sentidos, que están basados exclusivamente en este registro. Con estos sentidos, a los seres les es, por consiguiente, imposible experimentar su propia naturaleza más elevada o los demás resultados cósmicos, eternos que convierten la solución del misterio de la vida en un hecho.


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