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La indisoluble combinación de energía del sentimiento y del peso en el ser le garantiza la fuerza para experimentar la vida eternamente  2179. Como se desprende de lo que antecede, hay, por lo tanto, un límite para lo mucho que las dos energías básicas, la energía del peso y del sentimiento, pueden liberarse la una de la otra. Como, por consiguiente, no pueden liberarse totalmente la una de la otra, nunca pueden aparecer en su forma pura propia. Si su conexión orgánica no fuera una realidad eterna, inquebrantable, la manifestación y experimentación de la vida del ser sería imposible. Si la energía del peso y del sentimiento fueran libres la una de la otra, no existiría ninguna relación de tensión y, por lo tanto, ninguna fuerza en absoluto en el ser para manifestarse y experimentar la vida. ¿Y qué podría, entonces, juntar de nuevo estas dos fundamentales energías de la conciencia? Esto no puede ser posible sin fuerza. Pero, cuando la combinación de las dos energías, que mantiene la fuerza, ya no existe, tampoco existe ninguna fuerza. Y una verdadera muerte sería entonces un hecho, en el caso de que hubiera algún ser para experimentarla. Pero, si las dos energías básicas, que, de este modo, son la fuente más profunda de la fuerza, no existieran inseparablemente enlazadas en un principio orgánico eterno, como es el caso, sino que su combinación fuera un producto de creación, habría habido una vez en la que esta combinación no se había creado. Pero si no estaba creada, tampoco podría existir ninguna fuerza, dado que esta fuerza es un producto de dicha combinación. ¿Cómo tendría, entonces que haber sido creada esta combinación, que, de este modo, constituye la fuente de fuerza de toda manifestación y experimentación? Nada puede surgir de nada. La creación no puede tener lugar sin fuerza. Así, podemos ver aquí que la fuente de fuerza del ser, la combinación de la energía del peso y del sentimiento, es, por consiguiente, una realidad orgánica eterna en su estructura psíquica. Esta fuente de fuerza le garantiza, de este modo, a su origen una fuerza vital eterna o fuerza eterna para la manifestación y experimentación de la existencia eterna.


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