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Ira o explosiones en cadena en el sistema mesocósmico del ser  2178. Aunque un ser domine generalmente su fuerza orgánica interior, puede suceder a veces que surja una pérdida aguda del dominio de esta fuerza. Esto tiene lugar cuando el sentimiento, que constituye la fuerza que concentra o retiene frente a la energía del peso, repentinamente se debilita de alguna manera. La energía del peso, cuya tendencia expansiva es mantenida exclusivamente bajo control por la energía del sentimiento, es entonces, de modo correspondiente, igual de repentinamente liberada y toma la dirección. Esto puede tener lugar de una manera muy explosiva. Y allí surge verdaderamente no sólo una explosión, sino a veces explosiones en cadena en el sistema eléctrico de la psique del ser. El resultado exterior es que las explosiones se propagan a la zona de la voluntad del ser. Éste desea, en mayor o menor grado, aplastar o romper, a veces sin perjuicio de las cosas o seres a los que esta tendencia pueda afectar. De hecho, en el peor de los casos mutilará o matará a aquel o aquellos que son objeto de su ira. Este explosivo arrebato mental lo conocemos con el concepto «arrebato de cólera». Un excesivo calor corporal recorre al ser, que se sobrecalienta. Y si no tuviera, precisamente, la suerte de estar provisto de órganos para la transpiración tendría fiebre y un consiguiente debilitamiento. Aquí vemos cómo la fuerza eléctrica, mesocósmica, que comenzó totalmente en el interior de la psique del ser, más allá del organismo físico, aquí origina un efecto de reproducción que se convierte en calor, lo cual también es su naturaleza y misión, porque constituye la energía básica del fuego en sí misma. En una situación así, el organismo del ser, en el peor de los casos, se encendería en llamas de fuego mesocósmico, se quemaría totalmente, si no se hubiera puesto un límite para cuanta energía del sentimiento de un ser vivo puede debilitarse y cuanta energía del peso puede, con ello, desatarse de manera incontrolada. Aquí debemos hacer atencional hecho de que el fuego mesocósmico no se puede ver con los sentidos físicos. Sólo sus efectos son evidentes. Todo lo que se conoce como «herida» e «inflamación» del organismo físico es lo mismo que incendio mesocósmico. Sus vibraciones o llamas forman parte de la materia en forma de rayos o psíquica, y directamente sólo se pueden observar con sentidos altamente psíquicos. Aquí aparecen como formando parte de las distintas irradiaciones mesocósmicas del ser, la denominada «aura» del ser o gloria psíquica radiante que cada ser vivo irradia y de la que está rodeado.


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