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La distribución de las energías en la conciencia del ser vivo como zona de fuerza y zona de experimentación  2176. Mediante su relación o combinación orgánica, el peso y el sentimiento crean en la psique del ser la tensión que constituye su fuerza vital. Pero la fuerza no significa nada si no puede dominarse y dirigirse, de modo que sea para utilidad y alegría de su origen. Es por esto que existen las otras energías básicas: instinto, inteligencia, intuición y recuerdo con sus correspondientes órganos. Por medio de estas energías, cada una de las cuales también constituye su especial forma de electricidad y de órganos mesocósmicos, el ser, según y como esté evolucionado, tiene la facultad de dominar esta fuerza suya a favor de su facultad de experimentar y manifestar. Y es su yo el que, por medio de los órganos de la supraconciencia y la subconciencia, originó la interacción entre estas seis energías básicas, que constituye su manifestación y experimentación conjunta de la vida. Mientras la energía del instinto, de la inteligencia, de la intuición y del recuerdo, con sus respectivos órganos, constituyen la zona de experimentación del propio yo o ser, su conocimiento e inteligencia, su facultad de percibir y comprender, su facultad de recordar, etc., la tensión entre la energía del peso y del sentimiento constituye, como antes mencionado, la fuente de fuerza del ser. Las energías mencionadas en primer lugar constituyen, por consiguiente, el fundamento de la experimentación de la vida del ser, sus deseos y voluntad, mientras las dos últimas energías constituyen la fuerza, por medio de la cual puede producirse la experiencia y manifestación, y los deseos surgidos pueden ser satisfechos. Y, así, nos hemos dado aquí una pequeña idea de la zona más íntima de la conciencia y de la fuerza del ser.


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