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El ser vivo no procrea solamente con el acto de apareamiento sexual | 2170. Aquí podemos ver que el ser vivo no sólo procrea con el puro instinto carnal, sexual, con el que pone descendencia o hijos en el mundo, y con lo cual tiene lugar la procreación de nuevos organismos físicos, sino que también fecunda y procrea por medio de la satisfacción de las clases de manifestación que constituyen sus anhelos, deseos e intereses. Al principio tiene que realizar esta clase de manifestaciones con la función normal, despierta, con conciencia diurna de su cerebro y voluntad. En este estadio la manifestación es más o menos imperfecta y errónea. Pero, poco a poco, a medida que se repite de manera permanente, surge la facultad totalmente perfecta, de modo que esta función permanente crea, como ya se ha dicho, un órgano o cuerpo para una forma de vida que se encarna en el órgano y toma a su cargo la función. Así, la función en cuestión se hace cada vez más automática para el ser mesocósmico que, con dicha manifestación, ha alimentado al órgano. Y aquí vemos la solución al misterio en las viejas palabras: «La práctica hace al maestro», del mismo modo que también presenciamos que los órganos también son una especie de descendencia. |
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