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La formación de los núcleos de talentos y de los órganos y, con ello, la posibilidad de encarnación de vida en materia física  2166. Estos núcleos de talentos se crean en virtud de los anhelos o deseos del ser, en situaciones en las que estos anhelos o deseos son satisfechos permanentemente. Si un ser desea realizar un tipo particular de manifestación y, por lo tanto, la practica continuamente, es un hecho conocido que sus facultades para realizarla se «desarrollan». Adquiere rutina, se convierte en artista, se convierte en genio en este tipo de manifestación. Una gran parte de la intensa concentración que tenía que desplegar al principio se ha ido convirtiendo poco a poco en superflua. La repetición continua de la manifestación particular ha desarrollado una especie de pequeño centro orgánico extra en conexión con el cerebro físico. Pero, al mismo tiempo que se forma un órgano de manifestación así, o sea, un pequeño centro para la manifestación de vida, en él se en encarna inmediatamente el yo y el espíritu de un microser. Y este pequeño centro orgánico se ha convertido, así, en una especie de organismo para un ser vivo, cuya condición de vida en la zona física son, precisamente, las vibraciones a que da lugar el tipo de manifestación mesocósmica en cuestión. Y de este modo, todos los órganos animales de un ser forman cuerpos para seres vivos del microuniverso. Y como, por consiguiente, los órganos no pueden crearse sin constituir una combinación así de materia animal, de modo que cumplan las condiciones de vida necesarias para que la vida pueda encarnarse, la vida se encarna en todas partes donde las manifestaciones físicas de un ser se muestran con una repetición permanente. De esta forma surge la base de toda evolución. Sin esta ley para la encarnación, la vida no tendría ninguna posibilidad en absoluto de encarnarse en materia física. Nuestro organismo y órganos corporales han nacido de esta manera. Y de esta manera creamos, con nuestras actuales manifestaciones permanentes, nuevas unidades de fuerza, y, con ello, la posibilidad de encarnaciones del espíritu de microseres especiales y de sus yos, con lo cual estas unidades se convierten en nuevos órganos, que trabajan independientemente en nuestro organismo en ayuda de nuestras funciones corporales, vitales.


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