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La experimentación de la vida del ser vivo es un manejar impulsos eléctricos mesocósmicos  2159. Este experimentar y crear en materia psíquica o espiritual forma el mundo de nuestros pensamientos que, a su vez, es lo mismo que nuestra conciencia o psique. Todos nuestros deseos y anhelos nacen en el mundo de nuestros pensamientos. Aquí creamos las primeras imágenes de nuestras ideas y concepciones, de nuestros anhelos y deseos, tanto de nuestros sufrimientos y nuestras preocupaciones como de nuestras alegrías y de lo que nos da ánimos; aquí creamos las primeras imágenes de nuestro conocimiento y comprensión, las imágenes de nuestro carácter y modo de ser, etc. Todas estas imágenes son, como ya hemos dicho, detalles del mundo de nuestros pensamientos. Como, por su naturaleza más íntima, estas imágenes mentales sólo pueden existir en materia psíquica, que ya conocemos como electricidad mesocósmica, no pueden percibirse con los sentidos físicos, dado que estos sentidos sólo registran toda la materia psíquica o eléctrica como fuerza invisible. Para poder manifestar las imágenes de nuestro pensamiento a la percepción física de nuestros semejantes, estas imágenes tienen que ser transferidas a materia física y ser manifestadas en esta materia. Una transferencia así de imágenes mentales a materia física no son solamente los fenómenos que conocemos como escritura y habla, sino que esta transferencia incluye toda manifestación o creación humana. Por consiguiente, no hay en absoluto ninguna manifestación o creación humana en materia física que no sea una copia de imágenes mentales precedentes en la psique o conciencia del ser. Pero la experimentación de la vida por el ser vivo no es sólo una revelación en materia física de impulsos interiores. También es una revelación de impulsos del exterior. Por medio de los sentidos físicos, el ser está en condiciones de ver las manifestaciones de otros seres vivos en materia física, del mismo modo que también está, naturalmente, en condiciones de ver las manifestaciones físicas de la naturaleza. Mediante los sentidos físicos: vista, oído, tacto, gusto y olfato se crean, respectivamente, imágenes visuales, auditivas, táctiles, de olor o fragancia y gustativas. A través del sistema nervioso y del sistema cerebral, estas imágenes sensoriales físicas se transfieren, como impulsos eléctricos mesocósmicos, a la mentalidad o psique del ser que es la sede u órgano central de du sistema eléctrico mesocósmico. Aquí, estos impulsos son, de nuevo, transformados por la estructura sensorial mesocósmica eléctrica o psíquica en imágenes mesocósmicas eléctricas o psíquicas que, por consiguiente, son lo mismo que imágenes mentales, y constituyen una copia de los fenómenos físicos por medio de los cuales fueron originadas. La experimentación de la vida por el ser vivo, su percepción o función de conciencia es, así, exclusivamente un manejo de impulsos eléctricos mesocósmicos. Estos impulsos surgen como una especie de reacciones del contacto de los sentidos con el mundo exterior y constituyen la experiencia que el ser hace de este mundo. Esta experiencia crea, a su vez, el mundo interior del ser, su conocimiento e inteligencia, su voluntad y sus deseos. Cuando los impulsos del mundo exterior alcanzan por medio de los sentidos, que en sí mismos son un sistema eléctrico muy fino, el mundo interior, este mundo interior reacciona. Estas reacciones, que en parte son automáticas y en parte están dirigidas por la voluntad, se convierten en la manifestación y expresión del ser ante los semejantes. Esta manifestación es, por consiguiente, su modo de ser, su moral, su inteligencia, sus simpatías y antipatías, dicho brevemente, toda su relación con la vida y actitud hacia ella.


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