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Objetivo de la evolución de la relación del ser con el microcosmos  2137. Este destino mesocósmico sólo cubre, así, cierta parte de la zona de destino del ser vivo. Este ser no vive sólo en el mesocosmos, aunque este cosmos es su área de percepción temporal primaria o más importante. El fundamento de su organismo físico es el microcosmos. Pero este cosmos forma, a su vez, un mesocosmos y, con ello, un universo para miríadas de microseres muy diversos. Sin estos seres el organismo sería algo imposible, del mismo modo que sería algo imposible si no estuviese ocupado por el espíritu o psique del ser vivo que es su origen. Aquí recibimos una primera impresión de cómo el espíritu de los seres vivos no es idéntico a su cuerpo físico, sino que, al contrario, es una energía o fuerza que puede cubrirlo o tomar posesión de él. Este espíritu o fuerza es lo que el origen del organismo experimenta como su conciencia, pensamiento y voluntad. Y con esta fuerza puede dominar las zonas de vida que el organismo forma para los microseres de su interior. En contacto con el propio deseo de vivir y la fuerza de estos pequeños seres, puede construir y mantener su organismo de modo que, normalmente, sea para alegría y bendición como un instrumento de experimentación de la vida para él mismo, y como un universo o cosmos de importancia vital para los microseres. Sin esta disposición divina y eterna de la estructura del universo, sería totalmente imposible toda manifestación y experimentación de vida. Comenzamos a ver aquí que el ser vivo, en virtud de que su espíritu o psique toma posesión o cubre la microvida de su organismo para beneficio mutuo en el cumplimiento de las condiciones de vida necesarias para ambas partes, es una providencia o divinidad en el universo o cosmos que su organismo constituye para su microvida. Como toda la vida de la conciencia está sujeta a evolución e involución, la existencia del origen del organismo como providencia o divinidad del universo que su organismo es para sus microseres tampoco puede evitar estar sometida a esta evolución e involución. Del mismo modo que el objetivo de la evolución en el mesocosmos era llevar al ser a convertirse en uno con Dios en el despliegue de amor hacia hombres, animales y plantas, también es el objetivo de la evolución llevar la relación del ser hacia los microseres de su organismo a ser una con Dios en su manifestación como divinidad o providencia de estos seres. Sin alcanzar este objetivo, el ser nunca podrá ser inmune a enfermedades y sufrimientos orgánicos o corporales, independientemente de lo amoroso que sea hacia los seres del mesocosmos.


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