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Conclusión de la iniciación mesocósmica  2130. «Y con esto hemos visto todos los principios básicos más importantes de la parte de mi reino que forma el mesocosmos», continuó el Padre eterno. «Ahora has sido iniciado en el conocimiento o sabiduría eterna y el amor, que te convierte en uno conmigo en este cosmos, el principal para ti, y los conoces a fondo. Tu conocimiento y modo de ser se han convertido en un cumplimiento de «la ley y los profetas». Así, has pasado el primer grado de iniciación o el gran nacimiento, a saber, «la iniciación mesocósmica». Es el particular grado de iniciación que hasta ahora los profetas y mis mensajeros más grandes, por medio de su modo de ser, su mensaje y mandamientos, tuvieron como misión preparar para la humanidad. El ámbito primario o esencial de esta iniciación consiste sobre todo, en realidad, en el propio perfeccionamiento de la relación de los hombres con los hombres. En esta época de iniciación, la relación de los seres con los animales y toda la demás vida del mesocosmos se pone, al contrario, de manera más secundaria en claro, al igual que este grado de iniciación no se ocupa de la vida anímica de los seres microcósmicos o su relación con los hombres y conmigo. Pero todo este ámbito de sabiduría cósmica de la redención del mundo forma parte de la segunda parte del gran nacimiento o iniciación. Esta parte es la que tú ahora, como una ratificación de tu experiencia total y permanente del gran nacimiento, vas a experimentar de nuevo siendo uno conmigo. En virtud de esta experiencia de este cosmos, que haces juntamente conmigo, te familiarizarás totalmente con el poder de mi espíritu, tanto en lo pequeño como en lo grande, al mismo tiempo que tu propia percepción será liberada de los obstaculizadores muros mentales de las dimensiones de espacio y tiempo. Y con esta liberación, mi espíritu y tu espíritu, mi naturaleza y la tuya en una fusión eterna brillarán y alumbrarán idénticos a la eternidad, la inmortalidad, la sabiduría y el amor. Y los últimos restos de la densa capa de nubes del misterio de la vida se disolverán como un brillante amanecer en el cielo de la vida y retrocederán ante tu ascendente existencia como un sol y tu profusión luminosa en mi abrazo eterno.»
      Y con esto terminaron las visiones cósmicas de la iniciación mesocósmica o exploración por el Padre y el hijo de los principios eternos, que llevan al ser vivo hacia la experiencia culminante de su relación filial despierta, con conciencia diurna, con la Divinidad o Padre eterno del universo. Esta relación produce, a su vez, el amor fraterno hacia todos los hombres y la incipiente comprensión del cercano parentesco cósmico con todos los demás seres del mesocosmos. En relación con la ley del destino o retribución por lo realizado, esta ley conduce, finalmente, al amor total al prójimo, que es el cumplimiento de todas las leyes y el perfeccionamiento total del «hombre a imagen y semejanza de Dios».


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